La primera vez que lo vi en directo me pareció fascinante. Daba igual el medio. Cada vez que Paul Ryan, aspirante a vicepresidente con el Partido Republicano, aparecía en una entrevista le recordaban que había cambiado su visión sobre los recortes en la sanidad. Le echaban en cara lo que en Estados Unidos llaman flip-flop y aquí algo parecido a que te saquen la hemeroteca. Usarla para pedir coherencia a la clase política es algo muy habitual fuera de nuestro país. Un ejercicio muy sano frente a las mentiras.

Estos días, por ejemplo, el precandidato republicano Donald Trump está siendo sometido también al escrutinio de sus propias palabras. Los medios estadounidenses, de prácticamente todos los colores, le recuerdan lo que decía de Hillary Clinton hace unos años. Trump afirma ahora, en plena campaña para su nominación, que sería una pésima presidenta y que ha sido la peor secretaria de Estado en la historia de los gobiernos de ese país. En el 2012 durante la contienda entre ella y Barack Obama, Trump fue preguntado por las razones que la harían una buena presidenta. Respondió al periodista del programa Meet the Press: “Es una mujer estupenda. Soy poco objetivo porque la conozco desde hace muchos años. Me gusta ella y me gusta su marido”. Hay que recordar además que Trump puso dinero para la campaña de esa mujer a la que tanto detesta ahora.

Cuando se recuerda este tipo de cosas a un político, no se pretende obligarle a mantener siempre la misma opinión sobre un tema. Pero seguramente nadie entendería en EEUU que, en una entrevista, no se le exigiera a Trump al menos una explicación de un cambio tan radical... que curiosamente se produce durante una campaña electoral.

Igual de lógico debería resultar en España si hablamos de las decenas de declaraciones del PP contra la subida de impuestos, medida que tomó nada más llegar al Gobierno, o las multitud de pruebas escritas de cómo Podemos pedía el impago de la deuda durante la primera campaña electoral a la que se presentaron, cosa que después negaban públicamente. ¿Cambios de opinión lógicos o quizá tenemos que acostumbrarnos y dejar de creer lo que dicen los políticos en campaña? H

*Periodista