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Después de los atentados de noviembre en París, el organismo de respuesta inmediata que coordina Europol con los distintos países elaboró un documento en el que decía muy claramente que el intercambio de información debía mejorar, que la falta de circulación de inteligencia acarreaba un grave riesgo que es el de la vulnerabilidad. A la vista de cuanto está apareciendo durante la investigación de los atentados del pasado martes en Bruselas, todo indica que aquella mejora no se ha producido y que se ha repetido aquel fallo. No ha sido el único, pero sí el que mayor alarma debería suscitar. Ha habido descoordinación y falta de información y cooperación entre los servicios de seguridad de distintos países y también entre los propios servicios belgas.

Cuando el terrorismo no conoce fronteras, la información tampoco debería conocerlas. La fuerte presencia del Ejército en Bruselas durante los últimos meses no ha impedido que los terroristas sembraran la muerte. El arma más potente es la información, pero para que resulte eficaz debe circular. Debe ser analizada conjuntamente. Antes del 11-S EEUU tenía todos los datos de lo que iba a ocurrir, pero repartidos como piezas de un gran puzle por varias agencias y organismos celosos cada uno de su información propia.