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Cuidar la inocencia

Una tierna historia ha corrido como la pólvora en las redes sociales. Los protagonistas son un alumno y la vicedirectora de una escuela de Rosario (Argentina). Por lo que se ve, el niño había perdido un diente mientras jugaba en el patio. Al no poder encontrarlo, y ante el drama que estaba viviendo el pequeño, la docente decidió escribir una nota al Ratoncito Pérez, donde explicaba: “… el niño Ignacio G. ha perdido su diente en esta institución educativa. Sin duda el diente estaba flojo y, probablemente, se le cayó entre las baldosas del patio. Aprovecho la ocasión para certificar que Ignacio Gabrieli es un buen niño y nunca dice mentiras”. La vicedirectora redactó, firmó y selló el certificado, para que el alumno lo pudiera llevar a su casa, dejándolo en la mesita de noche para que el ratoncito lo leyera.

La inocencia es un tesoro de gran valor que todos los niños tienen el derecho a que se les respete y preserve. Porque no hay nada más bonito que ver la inocencia de un niño, con mirada sencilla, aunque en parte esté basado en la fantasía. El contacto con la realidad se debe hacer paulatinamente según la edad, la comprensión y la capacidad mental del menor. Un antiguo proverbio dice que si se instruye a un niño en el camino correcto, aún en su vejez, no lo abandonará. Cuánto hubiese dado por ver la cara de felicidad de Ignacio, con el certificado, confiado de poder justificar la ausencia de su diente. Impagable. H

*Psicólogo clínico

( www.carloshidalgo.es)

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