Acabamos de pasar una Semana Santa diferente vivida desde el confinamiento de un país inmerso en la peor crisis de su historia, cuyas consecuencias sanitarias vemos a diario y cuyas consecuencias sociales y económicas no alcanzamos a cuantificar aunque las previsiones, solo en materia turística, auguran un impacto negativo catastrófico si no se toman medidas, sobretodo, para aquellos cuyos municipios como Benicàssim que tenemos en turismo y servicios nuestro principal motor económico.

La pandemia ha causado que perdamos la Semana Santa, nuestra primera gran prueba, pero también la Semana de Pascua, donde nos volcamos con el turismo de proximidad. Dos semanas en las que el tejido empresarial de Benicàssim no ha podido levantar la persiana viviendo con preocupación un futuro de incertidumbre. Empresarios que se están viendo muy resentidos económicamente y a los que ya les han anunciado que no van a poder compatibilizar las ayudas que puedan llegar de Generalitat, con las que puedan percibir de su Ayuntamiento. Un despropósito en tiempos de crisis en lo que debemos ser todas las administraciones las que aportemos nuestro granito de arena para contribuir a levantar negocios y, por ende, mantener puestos de trabajo.

Que la recuperación pasa por salir del confinamiento con garantía de seguridad para la salud es una realidad, como lo es que a estas alturas nadie comprenda que no se estén realizando tests masivos a la población que nos permitan volver a la ansiada normalidad, empezando por aquellas personas que trabajan en primera línea y que garantizan nuestra salud. Me refiero a sanitarios, agentes del orden y fuerzas de seguridad, personal de servicios sociales, tejido voluntariado, transportistas, farmacéuticos y trabajadores de supermercados, pero también a cocineros, limpiadores, en definitiva, a todas aquellas personas que se juegan la vida porque los servicios que prestan son esenciales para el resto de la población.

Y luego, comencemos por los que esta semana se han reincorporado a sus puestos de trabajo para impedir que se vaya a pique la economía de nuestro país, es decir, a todos nosotros. Solo así se podrá acabar con la pandemia y terminar con un confinamiento que se alarga de quince en quince días para que duela menos.

*Alcaldesa de Benicàssim