En estos tiempos de tanta mediocridad en el espectro político nacional, va y surge como chorro fresco la voz clara de Alfonso Guerra, negociador clave de la Constitución del 78, azote de la derecha en los tiempos gloriosos de la Transición y socialista hasta la médula de reconocida talla intelectual. Sin pelos en la lengua, defiende el papel de Juan Carlos I en la construcción de la democracia española, recordando que el ahora Rey emérito recibió el poder absoluto de manos de Franco y renunció al mismo haciendo posible el estado de derecho y de libertades del que disfrutamos. Y subraya: «Por dos veces fue el forjador de la democracia en España», añadiendo: «Eso es tan importante que merece un respeto y un reconocimiento permanente. La gente es muy mezquina. ¿Que luego la ley tiene que intervenir por cuestión de finanzas? Pues que lo haga. Pero lo de las faldas ya es el colmo. Vamos a anular una construcción de la democracia por las faldas. Vamos, hombre».

Alfonso Guerra, durante décadas mítico referente del PSOE que en 1982 llevó a Felipe González a la Presidencia del Gobierno con el histórico resultado de 202 diputados, aún se sorprende de las reacciones de cierta clase política de izquierdas a la que señala tanto su falta de formación como de principios a la hora de defender a la nación: «España es un concepto que hay que querer. Los republicanos nos dejaron un legado que la gente no quiere leer. Hay discursos defendiendo la idea de España de Indalecio Prieto, de Negrín, de Azaña, extraordinarios. Pero falta conocimiento de la historia. Hay una parte de la juventud que habla de la II República y no sabe nada». De Bildu no quiere ni oír hablar, siendo tajante en el rechazo hacia cualquier negociación con los herederos del brazo político de ETA, dirigido por el exterrorista Otegi. Y sobre Iglesias, aunque no lo nombra expresamente, lanza una incisiva andanada: «Tenemos un político que ha estado muy poco tiempo en el poder y resulta que se ha comprado una casa muy espectacular y que tiene 200.000 euros en un plan de pensiones y 190.000 euros en la cuenta. Bueno, esto no me encaja. Yo no digo que sea ilegal, pero el ejemplo que da no es normal».

Verbo fácil

Durante los años en los que Alfonso Guerra estuvo en primera línea, defendiendo las ideas del PSOE, se le entendía tan bien en un mitin del extrarradio de Sevilla como en el Congreso. De verbo fácil, estratégicamente duro, vehemente, sabiendo zaherir cuando el momento lo requería, hoy con ochenta años y toda una vida dedicada a defender un modelo social basado en la igualdad y la libertad, sigue manteniendo toda la capacidad de auténtico animal político, incrementada por la experiencia de la edad. Claro que Guerra resulta incómodo a los actuales dirigentes del más que centenario partido que fundó Don Pablo Iglesias, El Abuelo, en Casa Labra, durante los primeros años de la Restauración. Refiriéndose a Pedro Sánchez, actual secretario general de los socialistas españoles dice: «Las primarias anulan cualquier capacidad de vida orgánica. Las primarias son un error que pagarán todos los partidos políticos».

Recuerda Guerra que en 1990 ya advirtió sobre la posible balcanización de España, argumentado: «Cuando solo se atiende lo diverso, a lo que no es común, termina por fragmentarse la nación». Y es preclaro con Felipe VI ante el fracasado golpe de estado independentista en Cataluña: «El discurso del Rey el 3-O es un modelo de defensa de los valores republicanos: el respeto a la democracia, a la mayoría, pero siempre desde el respeto a ley. ¡Y eso dicho por un rey! Es impresionante». La voz de Guerra sigue representando al mejor socialismo pretérito que situó a España en lo más alto.

Periodista y escritor