El alcalde es maricón». Esta frase fue la que apareció pintada en la pared de una casa en l’Alcora el 27 de mayo. Y la ejemplar respuesta que dio el alcalde socialista Samuel Falomir ya forma parte de la historia de Twitter: «¿Ahora te enteras? No me indigna que me llames maricón, me indigna que ensucies nuestro pueblo». Mucha gente podrá ver, en esta respuesta, un acto de valentía, que sin duda lo es, pero las personas no se tienen que sentir en la obligación de ser valientes, las personas han de gozar del derecho a ser libres.

Las personas son eso, personas, un conjunto de raciocinio, emociones, creencias y vivencias que han de ser tratados con respeto y consideración, sin importar a quién rezan, a quién aman, ni con quién ni dónde ni cuándo. Y ahí hemos estado siempre, en defender a las personas, la vida, la libertad. Y así, hemos pasado de la persecución al reconocimiento de los derechos LGTB, de la clandestinidad al orgullo, de la represión a la defensa de las libertades sociales, una defensa que nos exige la democracia.

Hoy, como venimos haciendo desde hace más de 140 años, reivindicamos el valor de la palabra libertad como un deber moral. Libres para romper las cadenas de la desigualdad que ataban a las mujeres; para prosperar en una sociedad más justa; para decidir sobre nuestras vidas y cuerpos; para amar. Libres para vivir una vida plena, de principio a fin.

Hechos como el de Samuel --asesinado en A Coruña por ser gay-- y Johana --asesinada en Borriana por ser mujer-- nos vuelven a poner, frente a frente, con el odio y el negacionismo, palabras que no caben en una sociedad democrática pero que acechan de manera peligrosa, más aún cuando, no solo han podido calar en la sociedad, sino que se han sentado en las instituciones. Es el discurso de la derecha radicalizada que tenemos que seguir combatiendo para alcanzar la libertad. La auténtica libertad, no la que ellos pervierten.

La LGTBIfobia y el machismo son males endémicos que no tienen cabida en una sociedad democrática y hay que erradicarlos. Ni un paso atrás. A cada falacia, responderemos con la verdad, a cada intento de marginación sacaremos la bandera de la justicia social, y a cada pintada homófoba y murales vandalizados les devolveremos los colores del amor y la lucha, con más visibilidad incluso --como hizo el alcalde David Quiles en Geldo--. No habrá acto ni bulo que nos amedrente.

El colectivo LGTBI constituye un pilar fundamental que ha permitido este avance en España y, con ellos, llevamos años atendiendo las necesidades de una sociedad plural y diversa como la nuestra y reconociendo nuevos derechos para colectivos históricamente discriminados, siendo vanguardia y ejemplo para otros países. Fuimos el tercer país del mundo en aprobar el matrimonio igualitario, y el primero en establecer la igualdad total en lo relativo a la adopción entre parejas del mismo sexo. Ahora, avanzaremos en la promoción de la igualdad de las personas trans.

Y no podemos hablar de libertad, igualdad y justicia social, sin hablar del feminismo. El feminismo es igualdad y sin igualdad no hay democracia. Acabar con el machismo y la violencia contra la mujer es una obligación moral que tenemos como sociedad. Lo hemos defendido desde el minuto cero y así seguiremos haciéndolo. Por ellas. Por todos y todas.

Samuel y Johana, no os olvidamos, y por vosotros seguiremos luchando. Y por vosotros venceremos. Vencerá el amor. Porque seguiremos pintando puertas violetas, y porque cuando sumas una manzana y una pera, el resultado será siempre en positivo.

Secretario general del PSPV-PSOE de la provincia de Castellón y diputado autonómico