Es imposible separar la historia del pueblo cubano de la de nuestro país. Desde que Cristóbal Colón pisara tierra firme en Baracoa, en 1492, España y Cuba han forjado un vínculo emocional que va mucho más allá de las relaciones políticas, económicas o culturales. Son dos pueblos que se sienten como lo que son, hermanos, y cuyas raíces comunes son imposibles de olvidar. Por eso, las heridas de Cuba nos duelen como propias y la sangre derramada estos días en las calles isleñas es también la nuestra. Para lo bueno y lo malo, los españoles seguimos siendo muy cubanos.

Hoy defenderé en el pleno de la Diputación una declaración institucional para condenar la represión del régimen castrista. Sí, en Castellón, a miles de kilómetros de La Habana, porque los atropellos no entienden de fronteras y hay que denunciarlos siempre. Esa debería ser siempre una de las misiones de un político: defender los principios fundamentales de la democracia, los derechos humanos y la libertad de expresión. ¿O acaso deberíamos mirar para otro lado como hace Pedro Sánchez y el PSOE cautivo de Podemos? ¿Se puede llamar fascistas a los de Vox y, al mismo tiempo, no gritar dictadores al gobierno cubano?

La dictadura de los hermanos Castro y de sus herederos ha dejado un país hundido en la miseria y partido en dos. Ese es el gran legado de esa lacra llamada comunismo revolucionario, que no es más que el totalitarismo de siempre. El nacionalismo excluyente de toda la vida. El de los buenos y los malos cubanos. Los patriotas que se quedaban en la isla y los traidores que se exiliaban a otros países. Los héroes de la revolución y los gusanos colaboracionistas de los yanquis. Divide y vencerás... aquí y en La Habana. Por desgracia, en Cataluña hemos visto hasta qué punto puede ser tristemente cierto. Yo misma he sido testigo de cómo los defensores del régimen inoculaban el odio visceral a miembros de una misma familia, separando hermanos, rompiendo lazos fraternales.

Nuestra solidaridad y apoyo a Cuba debe evidenciarse ahora más que nunca. Un pueblo cuyo carácter amable y generoso hace imposible que no te enamores de él. Del olor a mar de la perla del Caribe, del son de una guaracha, de su salsa y timba... nuestra querida Cuba. La de Compay Segundo, la de Celia Cruz, la de Pablo Milanés o la de Orishas, quienes la describieron como el lugar «donde hay un río, tabaco y cañaveral, donde el sudor del guajiro hace la tierra soñar».

Se lo debemos también a la amplia representación de cubanos que un día abandonaron su tierra para venir a Castellón y que hoy son castellonenses de pleno derecho. En busca de libertad y de un futuro mejor para sus hijos, dejando atrás sus recuerdos y a sus seres más queridos. Un sacrificio que no podemos olvidar y que, por desgracia, muchos de sus compatriotas no podrán nunca hacer. Siempre les quedará Cuba y su memoria. Como dice la canción de Gloria Estefan: «La tierra donde naciste no la puedes olvidar, porque tiene tus raíces y lo que dejas atrás». Cuba libre, por siempre.

Portavoz de Cs en la Diputación