En medio de debates, a mi juicio estériles e inoportunos, cuando no dañinos, sobre los beneficios o perjuicios que las multinacionales de venta on line ofrecen al progreso de nuestra tierra, despedíamos a Pepito Traver, presidente de la Asociación Gremi de Fusters de Vila-real, reimpulsada por un grupo de veteranos artistas de cincel de nuestra ciudad y a la que tanta pasión e ilusión dedicó durante toda su vida mi amigo y compañero Pasqual Batalla.

Recuerdo sus innumerables visitas al despacho del teniente de alcalde y responsable de la nueva Concejalía de Tradiciones, que creamos en Vila-real con el cambio de gobierno en 2011. Lo vivían con pasión. En muchas ocasiones, me llamaban a la puerta del despacho de Alcaldía y se sentaban Pasqual y Pepito a contarme todos los proyectos en los que estaban trabajando. La recuperación de las fiestas de San José, exposiciones y una escuela de formación municipal para enseñar a los más jóvenes el arte de transformar la madera en objetos útiles y bellos.

Lo hacían con tanta pasión, como dos enamorados de lo nuestro, de su pueblo y tradiciones, que conseguían que dejara los múltiples líos que siempre tengo que lidiar en el despacho y acabara implicándome también en sus proyectos. No todo pudo acabar siendo una realidad.

En junio del 2017, Pasqual nos dejaba. Pero Pepito, enamorado de su pueblo y de la Purísima, continuó de vez en cuando viniendo a su Ayuntamiento y me traía algún detalle artístico hecho por él. Y me explicaba, incansable, ideas y proyectos que tenía «pel poble», como le gustaba decir.

Me alegró verlo hace unos meses, cuando, en medio de esta angustiosa pandemia que ha secuestrado casi dos años de nuestra vida, compartí con él la nueva zona de recepción que había creado en el despacho de Alcaldía. En ella, son elementos esenciales las butacas y la mesa que hemos restaurado del antiguo Ayuntamiento, la estatua de nuestro rey fundador, Jaume I, San Pascual, un simpático muñeco del Villarreal CF, nuestro Hijo Predilecto Francisco Tárrega, las banderas oficiales y un escudo de nuestra ciudad de madera trabajada que hace años Pepe Traver regaló al Ayuntamiento, antes de que yo tuviera el honor de tomar posesión y que pusimos en el lugar que merece. Me quedó un encargo: incorporar las letras «Vila-real».

Seguro que Pasqual, Pepe Traver, nuestro Pepito, y tantos ángeles de la guarda de Vila-real seguirán desde el cielo iluminándonos a todos para trabajar por nuestro pueblo y ayudarlo a mejorar cada día.

Por cierto, nada es bueno o malo. Depende de quién y cómo lo gestione. La compra on line, el mundo sin fronteras, las nuevas costumbres de consumo del siglo XXI, están ahí, imparables. A los poderes públicos nos corresponde poner las reglas y hacer que sean una oportunidad para todos. La crítica es lo fácil, pero después, ¿qué?

Esta nueva realidad no está reñida con recuperar oficios, que, aprovechando los avances del siglo XXI, pueden ser una excelente oportunidad. Seguro que Pepe y sus colegas del gremio podrían hacer cosas hoy cuya demanda no tendría fronteras, como algunos están haciendo ya. Innovando desde la tradición. En eso debemos estar.

Alcalde de Vila-real