El Periódico Mediterráneo

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Vicente Martínez

Integristas que matan el progreso

Un experto de los que he podido escuchar en las actividades en las que participo frecuentemente como portavoz de medio ambiente del Grupo Popular en el Senado exponía hace unos días una idea que me pareció muy interesante: los tiempos en que la protección de los ecosistemas consistía en apartar a la acción de los humanos de ellos han pasado; la concepción actual de la protección pasa por entenderlos con la acción humana incorporada.

Compartirá conmigo el lector que es de una lógica aplastante. Pues aquí, en la Comunitat Valenciana (aunque también en otras partes de España), aún hay políticos, de los que es un ejemplo la consellera Mireia Mollà, de Compromís, que siguen anclados en el siglo XX.

Integristas medioambientales anclados en ideas caducas con postulados reduccionistas que intentan contraponer, por ejemplo, el desarrollo de energías renovables con la protección ambiental y paisajística; o la protección de nuestras playas con la conservación de ecosistemas marinos. Que claman por objetivos más exigentes de reducción del uso de combustibles pero a la vez ven inviables líneas eléctricas y no quieren ni oír hablar de energía nuclear.

En fin, que no entienden que es posible, es más, resulta necesario y en ciertos aspectos hasta urgente, conciliar el respeto por el planeta que dejaremos a las futuras generaciones con el bienestar de las que hoy vivimos. Que es posible y hasta necesario que la expresión «desarrollo sostenible» se entienda de forma completa, es decir, que podamos mejorar como sociedad y que lo hagamos de tal forma que esto pueda soportarse de forma continuada en el tiempo.

De ese caldo de cultivo de contradicciones y sin sentidos llegan en ocasiones situaciones esperpénticas con finales espeluznantes, como la idea genial de soltar 50 burros en el Desert de Les Palmes, de lo cuales 10 han aparecido muertos y el resto, casi.

Es el resultado de tener muy poca idea, muchos prejuicios y un ansia desmedida de propaganda. Es en definitiva el fruto de la ideología medioambiental caduca de la consellera Mollà, que corrió en su día a atribuirse el mérito de la idea casi tanto como ha corrido en echar la culpa a los suyos para ahora poder mantener el sillón y encima, pretender salir airosa de esta situación.

*Senador. Portavoz de Medio Ambiente del PP en el Senado

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