Opinión | Tribuna
vicente Martínez*
Las desaladoras de Zapatero
Hace ya casi quince años el PSOE de José Luis Rodríguez Zapatero quiso sustituir el Trasvase del Ebro que había previsto el gobierno popular de José Mª Aznar por desaladoras. Sin demasiado fundamento, en la opinión de no pocos expertos, algunos políticos catalanes se oponían al trasvase entendiendo que tenían una especie de prioridad sobre el Ebro.
Las desaladoras fueron el invento de Zapatero para contentarles y poder derogar de manera fulminante el plan hidrológico nacional. Pero el plan ZP no arrancaba. No surgían interesados en unas instalaciones que resultaban carísimas de construir y mantener.
Para cambiar eso, se usó a la Confederación Hidrográfica como herramienta de presión: cualquier ayuntamiento que quisiera que se le informara a favor su plan urbanístico debía firmar el convenio con la desaladora de turno.
Algunos ayuntamientos cedieron al chantaje. Cabanes, Oropesa, Benicàssim, Moncofa y Chilches firmaron confiando en que los crecimientos previstos los harían asumibles. Pero llegó la crisis. Los planes constructivos se pararon en seco. Y esos mismos ayuntamientos pidieron parar la construcción de unas desaladoras que estaba claro que ya no tendrían usuarios. Y ¿qué decidió Zapatero? Pues seguir adelante. 100 millones de euros en números redondos que se gastarían sin haber usuarios para el agua, que pagarían cinco ayuntamientos, que le servirían para argumentar que había resuelto el problema que él mismo creó y que todavía se está investigando judicialmente si sirvieron para chanchullos políticos de su partido.
Casi quince años después, ahí están las desaladoras. Construidas y sin uso. Generando gasto y amenazando la estabilidad financiera de cinco ayuntamientos. Simbolizando el fracaso de la gestión hídrica de los gobiernos socialistas. Y ahora, como buen sucesor de Zapatero, Pedro Sánchez es incapaz de atender a los ayuntamientos y liberarles de pagar las instalaciones y que se abran estas a todos los posibles usuarios pagando el mantenimiento, no la construcción. Eso sería evitar el absurdo de que en la provincia tengamos a la vez necesidades urgentes de agua y excedentes en las instalaciones que la producen.
Pero eso sería gestión, y está claro que no es el fuerte del sanchismo.
*Senador. Portavoz de Medio Ambiente del PP en el Senado
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