Todavía con la resaca electoral de la primera vuelta de las elecciones presidenciales de Francia y a pocos días de que se celebre la segunda vuelta, que enfrentará al actual presidente Emmanuel Macron contra la candidata de extrema derecha, Marine Le Pen, llama la atención que, de forma más o menos explícita, todos los partidos democráticos pidan el voto para Macron en la segunda vuelta haciendo así un cordón sanitario a la extrema derecha.
Este hecho, que debería ser tildado como normalidad democrática, nos es llamativo porque en nuestro país no solo hemos empezado a asumir que el aliado natural del Partido Popular es la extrema derecha, sino que los últimos acuerdos de gobiernos autonómicos han ratificado esta tesis. De hecho, una vez se confirme el fallecimiento político del fugaz Ciudadanos que vaticinan todas las encuestas y recientes resultados electorales, el PP tendrá que decidir qué espacio político quiere ocupar.
En otros países europeos los partidos conservadores han adoptado la estrategia de tratar de ocupar el espacio de centro derecha-liberal para hacer frente a la extrema derecha, pero parece que en España, como también en Castelló, el discurso tiende a escorarse bastante más a la derecha. Sin ir más lejos, recientemente, incluso el líder de los populares europeos le pegó un estirón de orejas al PP nacional por sus recientes pactos con Vox esperando que sean solo una excepción.
Sin embargo, viendo los constantes guiños cuando sale el tema a colación, no cabe duda de que el Partido Popular entregaría el gobierno nacional o local a la extrema derecha si los números les dan la oportunidad. Es por ello que uno de los principales retos a los que nos enfrentamos como sociedad para salvaguardar nuestro sistema democrático y nuestro estado del bienestar es ser capaces de frenar el auge de la extrema derecha.
*Concejal de Juventud en el Ayuntamiento de Castelló
