La semana pasada se estrenó la nueva consellera de Educación, Raquel Tamarit, en las Cortes Valencianas, donde entró como un elefante en una cacharrería. Son muchos los retos que le deja su predecesor Marzà, pero también muchos los marrones pendientes. Se trata de la Conselleria con más quejas recibidas en el Síndic de Greuges y con más causas judicializadas. Una Conselleria que ha menospreciado a la concertada, teniendo que acudir a los tribunales para defender sus derechos; con más de 50 sentencias judiciales estimadas que han declarado que los recortes aplicados por el Botànic han sido ilegales y una Conselleria que ha entregado las llaves a las entidades que hacen los honores als Països Catalans.
Como bien dice el refranero, estamos ante el mismo perro con distinto collar. Sin autocrítica por parte de la señora Tamarit ante estos hechos y con gran volumen de tareas pendientes, como la aprobación del decreto que estructura la nueva organización de las asignaturas en los diferentes niveles educativos fruto de la nueva ley Celaá. A menos de un mes para finalizar el curso escolar, poco o nada se sabe de este decreto, solo esperamos que no se publique durante el mes de agosto como nos tenía acostumbrados su predecesor. Esperamos que sea en breve, ya que la gran incertidumbre ha levantado ampollas entre el profesorado por el temor a que ciertas asignaturas como música, filosofía y dibujo pierdan peso.
Es vital que el Gobierno autonómico ofrezca el valor que tienen las asignaturas que ha relegado el sanchismo, como música, esencial en esta Comunitat por ser tierra de músicos. Y sí, queremos seguir siéndolo, la música no puede ser tratada como una asignatura de segunda.
*Portavoz adjunta de Cs en Les Corts y diputada por Castellón
