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Pere Cervantes

AL CONTRATAQUE

Pere Cervantes

La esperanza no interesa

El pasado sábado leí emocionado una noticia. La hallé en esas páginas residuales que asoman cuando todo lo importante se ha dicho y nos acercamos a la sección de deportes, donde un Nadal empático consolaba con un abrazo a su rival malherido. Lo que más me llamó la atención fue que esa noticia lanzada al azar, en una de esas páginas muertas, no recalara en la portada principal. Era de indiscutible interés general, mundial diría yo, además de esperanzadora. El título rezaba así: Un estudio acerca el sueño de una vacuna universal contra el cáncer.

El autor del artículo nos informaba de que uno de los mayores retos de la oncología es el lograr vacunas que aporten un ejército efectivo, ajeno al sistema inmune, en el campo de batalla donde se esté desarrollando la enfermedad. También hablaba de la necesidad hasta ahora de personalizar dichas vacunas para cada paciente y su cáncer. Sin embargo el experto en inmunoterapia Kai Wucherpfennig acaba de hallar el modo de despojar a los tumores de su invisibilidad y poder así atacarlos. A partir de ese momento el artículo nos describía de manera somera y comprensible, la posibilidad de que una vacuna universal esté más cerca de lo que parece. Apenas lo terminé de leer di un respingo y comuniqué la noticia a mi mujer con gran entusiasmo. ¿Se imaginan que la humanidad descubriera la solución médica para cualquier tipo de cáncer? ¿Hay acaso una noticia de mayor envergadura que esa?

Embriagado de emoción me dispuse a rastrear otros medios en busca de más información. Apenas hallé nada. Tampoco en Twitter, ese balcón vocinglero donde las noticias vuelan. Una vez más me vine abajo al corroborar mis sospechas. Qué contiene la noticia sobre la vacuna universal del cáncer, me pregunté. La respuesta no se hizo esperar: esperanza e ilusión. Empujado por una curiosidad desbordada quise saber por qué esa noticia no abría informativos u ocupaba las principales portadas de los rotativos del planeta. Me dediqué a leer con atención qué tipo de noticias sí conquistaba por el contrario el espacio de la prensa y tenían un mayor eco.

Aire de negatividad

Eran muchas y de diversa índole. Que si Rusia, exhibiendo una falsa bonhomía, va a permitir que los cereales salgan de Ucrania con destino a África, que si Andalucía ha perdido el miedo a la derecha, la detención de un rapero por conducir sin carnet, y de modo temerario aunque de manera reiterada, tanto en medios deportivos, como en prensa generalista, la narración detallada al milímetro de la ruptura matrimonial de una célebre cantante que baila y su marido, un profesional de un deporte en el que se chuta tanto como se regatea. Supe al detalle de los motivos que han provocado la ruptura, del comunicado oficial que la pareja hizo rogando respeto por el bien de sus hijos, de los rumores que se venían dando en las escapadas furtivas del futbolista con una joven veinteañera. En definitiva, lo que todas esas noticias destacadas tenían en común era un palpable aire de negatividad. Guerras, maniobras políticas en la oscuridad, detenciones y el fin de un amor retransmitido durante doce años.

La esperanza no nos importa un rábano, lamenté. Que el ser humano pueda alcanzar uno de los mayores logros en la medicina y convertir la maldita enfermedad en un enemigo irrisorio, parece que no está a la altura de todo ese ruido mediático que no nos permite leer ni escuchar las cosas que de verdad importan. ¿Pero sabe una cosa querido lector? No culpe a los medios de comunicación por la calidad de las noticias que consumimos. Ellos solos nos abastecen de aquello que pedimos.

Escritor

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