El Periódico Mediterráneo

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Basilio Trilles

BABOR Y ESTRIBOR

Basilio Trilles

Los bancos y la despensa

Las familias vuelven a la bolsa nevera y la fiambrera para pasar el verano en la playa, intentando hacer más soportable las altas temperaturas de la meteorología y las aún más tórridas de la inflación, la crisis energética y las medidas gubernamentales, entre ellas el decreto ley energético, que parecen abocarnos a un otoño de posguerra. El Ejecutivo de Sánchez, supeditado por tanto y tan malo, además de preso de su propia acción errante, ha tenido la brillante idea de apretar las tuercas a los bancos y a las petroleras precisamente en estos momentos.

La banca ha mandado, manda y seguirá mandando. A no ser que se cambie de raíz, en plan revolución, el actual sistema económico que alumbra al mundo occidental. Cosa nada probable. Por tanto, ante el escenario que nos toca vivir, no puede primar la víscera ante el interés general por lo que sería conveniente que en la Moncloa sopesaran con adecuado rigor las consecuencias de los nuevos impuestos, con mayor sensibilidad en lo que toca al mundo financiero. Días pasados comentaba la advertencia de Ana Botín sobre los efectos de la decisión de someter a los bancos a un impuesto, y vuelvo a repetir las cifras de la advertencia: 50.000 millones menos en créditos. La dura amenaza ha sido avalada recientemente por el consejero delegado del Santander, José Antonio Álvarez. Quienes tienen que trabajar apoyados en la financiación, autónomos y pymes, ya están experimentando en sus carnes que el aviso a navegantes de la gran banca es una realidad. Y ello pese a que en estos momentos, gracias a la subida de tipos del Banco Central Europeo, las corporaciones que comercian con el dinero recuperan rentabilidad, empero, han decidido cerrar el grifo. Con lo que la maniobra populista de Sánchez ha logrado hacer un pan como unas hostias, abocando a la desesperación a una importante parcela social que él dice favorecer. Apuntalado en la barra del chiringuito no conozco a nadie que se resista a aplaudir una estocada a la banca. Otra cosa es la realidad y la oportunidad que, en este sangrante caso, nos lleva a que las cañas se vuelvan lanzas.

Viabilidad de millones de trabajadores

Si para hacer una caja de 7.000 euros destinada a rellenar huecos de mala gestión económica el resultado se traduce en 50.000 millones de euros menos en financiación a la espina dorsal del país, es claro que no hay que ser Keynes para advertir que algo falla. Y el fallo es de extrema gravedad, cuyas consecuencias pueden dinamitar en breve la viabilidad de millones de trabajadores por cuenta propia y pequeñas empresa, sin olvidar la necesidad de créditos al consumo destinados a las empobrecidas familias.

Yo estaría con Pedro Sánchez si hubiese tenido el coraje de convertir el ICO en una banca pública con la que poder hacer frente a la amenaza de los bancos privados. Ahora mismo, el arrebato recaudador del sanchismo (a nivel de la Agencia Tributaria se está en cifras récord) deja abandonados a quienes más tiran del carro de la economía nacional. Si no existe un salvavidas público bancario, la respuesta al cierre del grifo del crédito debe tener una respuesta en forma de decreto ley. En el primer semestre, solo los siete primeros bancos españoles lograron un beneficio conjunto de 10.295 millones de euros. Según la Autoridad Bancaria Europea (EBA) los banqueros mejor pagados de la UE son españoles: 128 jerifaltes cobraron el año pasado 2.178 millones de euros. Las cifras alientan a la reacción. Sin embargo, huérfanos de banca estatal, es necesario llegar a acuerdos con quienes ostentan el poder del dinero, en bien del conjunto de la ciudadanía, a la que cada día le cuesta más sacrificio llenar la despensa. Un quebradero de cabeza ajeno a Sánchez y su legión de asesores.

Periodista y escritor

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