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LA RÚBRICA

Yolanda Arnau

Inclusión educativa. La vuelta de la tortilla

La tortilla se ha dado la vuelta. Ya no somos las familias de niños con necesidades especiales las que luchamos para solicitar los recursos para nuestros niños. Ya no somos nosotras las que lloramos para conseguir una plaza en un aula ordinaria. Ya no vamos mendigando que se les deje estar presente en el centro educativo.

La legislación actual, amparada por los organismos internacionales, nos recuerda que nuestros hijos están en el sistema educativo porque tienen el mismo derecho que el resto de niños y niñas. Tienen derecho y obligación de estar escolarizados hasta los 16 años. Derecho a una escuela pública y de calidad. Derecho a que se les enseñe, y a que participen. No a que estén en el aula, sino a que participen de ella.

La Ley Orgánica 3/2020, de 29 de diciembre, por la que se modifica la Ley Orgánica 2/2006, de 3 de mayo, de Educación, introduce en la anterior redacción de la norma importantes cambios, muchos de ellos derivados, tal y como indica la propia ley en su exposición de motivos, de la conveniencia de revisar las medidas previstas en el texto original con objeto de adaptar el sistema educativo a los retos y desafíos del siglo XXI, de acuerdo con los objetivos fijados por la Unión Europea y la UNESCO para la década 2020-2030. Se incorpora el cumplimiento efectivo de los derechos de la infancia según lo establecido en la Convención sobre los Derechos del Niño de Naciones Unidas, la inclusión educativa y la aplicación de los principios del Diseño Universal para el Aprendizaje (DUA).

El diseño universal para el aprendizaje es un enfoque de enseñanza y aprendizaje que brinda a todo el alumnado posibilidad para aprender y para desarrollarse. Se tiene en cuenta la diversidad del alumnado y se presentan diferentes maneras para que todos ellos y ellas puedan aprender, disfrutar, acceder a la información, diferentes maneras para ser evaluados, cada uno, en función de sus necesidades y diferentes maneras para motivarles.

Así que estimado y estimada docente, la pelota está en sus manos. ¿Es usted un buen docente? ¿Cumple con lo que marca la Ley? ¿Está usted preparando su clase teniendo en cuenta las necesidades de mi hijo? No es mi hijo quién tiene que esforzarse para poder estar en el aula. Es usted quién tiene que reciclarse, si toca; quién tiene que solicitar apoyos si cree que lo necesita… yo, como madre, le apoyaré, porque he pasado por esto en más ocasiones, porque al final, todo redundará en el bien de los niños y las niñas del aula. Pero no soy yo quien tiene que lucharlo, es usted, ya que es su obligación y su función atender y educar a todos los niños y niñas de la clase. Ya no son los niños de educación especial, ya no son los niños de Pedagogía Terapéutica. Son sus niños y niñas, sus alumnos, con sus fortalezas y sus peculiaridades, a los que usted, como docente, debe ajustar el nivel adecuado de respuesta educativa, coordinada con el resto de sus compañeros y compañeras a través del PAP.

¿Es usted el que debería estar en el aula?

Si le queda alguna duda, aprovecho para invitarle a que se lea la legislación vigente, y si aún se formula la pregunta: ¿qué hace este niño aquí? o la afirmación de: este niño no debería estar aquí, le invito a plantearse si es usted el que debería estar en el aula.

Este cambio de visión es importante. A partir de aquí, podemos luchar juntos, pero siempre partiendo de que el modelo de una educación inclusiva no es un proyecto, o un ideal inalcanzable, sino un derecho amparado por la legislación y que como tal, exigiré que mi hijo pueda ejercerlo, y no al revés. Como madre le animo a conocer el potencial que tiene cada uno de los niños de su clase, a preparar las sesiones y el material desde la creatividad y la motivación que en su día les animó a estudiar para ejercer una profesión tan importante y tan útil de la que depende la prosperidad y el crecimiento de una sociedad sana, equilibrada, tolerante y de la que todos nos sintamos orgullosos.

Mamá TEA y secretaria de la Asociación TEACAST

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