El pasado verano se cumplió el setenta aniversario del nombramiento de Amado Granell como Caballero de la Legión de Honor. Reconocimiento que le vino dado por la República Francesa tres años después de que el héroe castellonense, nacido en Burriana, liderara la liberación de París. Él y los compatriotas republicanos españoles bajo su mando integrados en La Nueve, compañía de vanguardia de la II División Blindada del Ejército del general De Gaulle, sufrieron durante largo tiempo los efectos perniciosos del chovinismo francés, siendo marginados a un ignominioso ostracismo, enmendado tarde y mal. En su día realicé reclamación por escrito en el Memorial Leclerc, tras culminar una decepcionante visita: ni rastro de Granell y su hombres.
Más que un brillante militar
Amado Granell fue mucho más que un brillante militar. Concejal del partido de Azaña en Orihuela y afiliado a la UGT tuvo papel decisivo en las conversaciones entre socialistas y Don Juan de Borbón, a fin de propiciar el derrocamiento de Franco y la restauración de la Monarquía siguiendo el modelo británico. Aquel intento baldío resultó posible gracias a la decisión de Largo Caballero en los últimos meses de su vida, muy enfermo tras sufrir cautiverio en el campo nazi de Sachsenhausen. Largo, desde la guerra civil, experimentó una profunda metamorfosis iniciada antes de que acabara el conflicto, abjurando de sus acciones violentas iniciales y la colaboración con la URSS, que le valió el apelativo de el Lenin español. A Granell, en el domicilio parisino, le confesó el sufrimiento que le provocaba la gran equivocación del Frente Popular. Con Don Juan y el PSOE, Largo creía que la democracia podía volver a España. No pudo ser.
Periodista y escritor
