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Francisco Cabañero Catalán

Un barrio es...

La subida de precios nos obliga a sumar más ayudas para evitar que muchos vecinos abandonen

Un pueblo es, un pueblo es, un pueblo es, Abrir una ventana en la mañana y respirar, La sonrisa del aire en cada esquina y trabajar. Y trabajar, uniendo vida a vida un ladrillo a la esperanza. Mirando al frente sin volver la espalda».

Con estos versos, la cantautora, María Ostiz, en los convulsos, políticamente hablando, años 70, cantaba a una tímida pero inquebrantable libertad que emanaba de la voluntad democrática y fuerza indestructible de un pueblo represaliado durante 40 años, que atravesaba la geografía española de punta a punta salvando obstáculos como la censura, la prohibición a la libertad de expresión y/o pluralismo político, así como al porque lo digo yo, tan de moda en aquella oscurantista época del panorama social-político español, óbices que se rendían ante tal fuerza feneciendo junto al dictador.

Si analizamos la canción, sustituyendo barrio por pueblo encontramos muchas similitudes con el tiempo actual, frases que bien podían ser utilizadas por cualquiera de nosotros en estos tiempos, como: «Un barrio no se le gana con una frase, ni con disfrazarse de poeta, se le gana frente a frente, respetando las canas de su tierra y que medren sus retoños al cobijo del sol, esperando sin miedo a que amanezca».

Aquí es donde yo pretendía a través de esta humilde reflexión hecha artículo, hacer hincapié, no solo en lo que es un barrio, sino en cómo tratarlo. Tal y como os he mencionado en alguna ocasión (me siento realmente orgulloso de ello, qué se le va a hacer), provengo de uno de los barrios humildes que forman esta amada ciudad, Castelló de la Plana, y entre sus muchas cualidades se encuentran todas aquellas que adornan a un pueblo y alguno de sus defectos, tales como la desconexión y a veces aislamiento, lo cual, puede acabar irremediablemente con barrios como el mío.

En el estribillo, María Ostiz nos habla del arduo trabajo que implica mantener un pueblo a flote, y esa tarea, es una suma de esfuerzos, los de los comerciantes que bajan su margen de beneficios económicos (a pesar de la subida del IPC) para seguir dando servicio a sus vecinos y los de sus vecinos, que siguen comprando en donde Paquita.

Desgraciadamente, la crisis económica que se nos viene con la subida de precios, nos obliga a sumar más ayudas para evitar que muchos de nuestros vecinos se vean irremediablemente abocados a abandonar su barrio, mi barrio, y es por ello que una serie de voluntarios que forman Coasveca se deciden por intentar ayudar a los que más lo necesitan con recogida de alimentos e intentando promocionar actividades que pudieran traer consumo a los barrios.

Unimos nuestro trabajo no a un ladrillo en la esperanza, levantamos un muro de hormigón armado si hace falta, por nuestro barrio, porque un barrio va más allá de una demarcación geográfica, un barrio es la unión de los deseos de unos cuantos de llevar la felicidad a otros muchos, y sobre todo seguir siendo un barrio, con sus virtudes y defectos.

Deseo finalizar remarcando la palabra respeto, sobre todo cuando va unida a la palabra barrio, esa que de tanto malgastarla casi no nos queda, porque sin respeto hacia nuestros barrios y sus gentes, Castelló de la Plana dejará de ser la gran ciudad que es hoy. En cuanto a nuestros gobernantes, actuales y próximos, solo una recomendación: hemos de saber que para ganar un barrio no es suficiente con aprenderse su lenguaje, hay que respetar cada palabra que lo forma. No olvidemos para quién trabajamos, señores.

Presidente de la Federación Coordinadora de Entidades Ciudadanas de Castellón (Coasveca)

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