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PUNTO DE VISTA

Henri Bouché

De fiesta en fiesta

Tras las celebraciones navideñas, esta semana, especialmente, comienzan las fiestas del fuego en la provincia, es decir, las fiestas de Sant Antoni, abad, patrón de los animales de labor y de otros, fundador más reconocido de los anacoretas, recluido en los montes Pispit, alrededor de la Tebaida, celebrado en las comarcas castellonenses oficialmente desde principios del siglo XIV y santo de particular devoción en nuestros pueblos.

Allí, en la soledad, acosado por las tentaciones de todo orden, el santo fue un modelo de santidad y pobreza, a donde se sucedían las visitas que buscaban en él ejemplaridad y consejo. Intervino, igualmente, como teólogo en la lucha contra el arrianismo y ha sido patrón de los oficios, tales como el de enterrador (enterró a San Pablo Ermitaño), carniceros, esquiladores, tejedores y guanteros.

Contra las enfermedades

Especial eficacia se le otorga contra las enfermedades como el ergotismo, peste y escorbuto. Iconográficamente se nos lo representa con su inseparable cerdita (porqueta), siempre a su lado, y su milagrosa campanilla, a más de otros atributos.

Su devoción en la Comunitat Valenciana es proverbial y, sobre todo, en la provincia de Castelló en donde más de medio centenar de pueblos celebran su fiesta alrededor del 17/18 de enero, en conmemoración de su muerte ocurrida en el año 356, a los 106 años.

El fuego es el centro de esta celebración: un camino ígneo recorrerá nuestras comarcas los próximos días, cuyas hogueras, cálidas y luminosas, alumbrarán la noche.

Una fiesta tradicional, de singular tipismo, en la cual la matxà será la protagonista principal. Visca sant Antoni!

Profesor

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