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Juventud y futuro

Hay razones para creer en un futuro mejor y debemos ayudar a los jóvenes a construirlo

Ahora que tenemos unos días para disfrutar las fiestas de Semana Santa y Pascua, podremos pasar más tiempo con nuestras familias del que nos permiten nuestras rutinas, compartir horas con nuestros hijos e hijas, charlar y ponernos al día sobre lo que les interesa, lo que les ocupa y preocupa. Pienso, por ejemplo, en cuál será el Castelló que vivirán mis hijas en las próximas décadas y si ese futuro se parecerá al que yo desearía para ellas y para todos los jóvenes de nuestra ciudad.

Hace unos días se publicaba que Madrid y Barcelona tienen una tendencia demográfica a la baja en población de entre 16 y 34 años. En Castelló ese tramo de población ha pasado de representar el 32% de la población en 2006 al 21,1% en 2021, según el estudio de la Juventud del Departamento de Filosofía y Sociología de la UJI.

Las ciudades envejecen y ese es uno de los grandes retos que tenemos por delante. Desde 2008 miles de hijos e hijas se han alejado de sus padres y madres y de sus hogares para buscar su estabilidad. A la crisis de 2008 se le ha sumado la crisis del covid-19, la guerra de Ucrania y el actual contexto económico global, la crisis climática… Es una generación que ha crecido concatenando adversidades. No es casual que una de las palabras del pasado año fuera el término permacrisis, que se define como un largo periodo de inestabilidad e inseguridad fruto de eventos catastróficos.

Cualquier tiempo pasado no fue mejor

De ahí que se hable ahora de miedo al futuro por parte de los jóvenes. Es un hecho diferencial respecto a otras épocas, en las que mirábamos al mañana con ilusión, desde la certeza de que lo que estaba por llegar sería mejor. Otras generaciones tuvieron sus propias luchas: no tenían acceso generalizado a los estudios, se enfrentaban al mandato social de casarse y tener hijos como única forma posible de familia, amar a escondidas cuando la heterosexualidad venía impuesta, el sacrificio eterno de las mujeres abocadas a la maternidad y los cuidados de la familia y la casa… Cualquier tiempo pasado no fue mejor, pero aun con todo hemos construido un mundo en el que a los jóvenes les cuesta imaginar un futuro mejor. Y eso es algo que no podemos permitirnos de ninguna manera como sociedad.

En lugar de criminalizarles llamándoles generación de cristal; en lugar de interpelarles desde el reproche y el prejuicio, presuponiendo que tienen todo lo que quieren, que no se pueden quejar; en lugar de mirarles desde la condescendencia y el paternalismo, debemos aprender a leer y entender el tiempo actual. Es necesaria una alianza intergeneracional, espacios de convivencia y toma de decisiones en la propia ciudad, donde relacionarnos, imaginar y trabajar por horizontes de futuro que aborden los problemas reales, la salud mental, la vivienda, el ocio, el trabajo, la igualdad, el cambio climático… Huir de las distopías y crear nuevas utopías que realizar con el impulso de la juventud y la experiencia de las conquistas que nos precedieron. Hay muchas razones para creer en un futuro mejor, entre otras, que la juventud de hoy es la más preparada, la mejor formada y la más concienciada con los grandes retos de su época. La juventud tiene en sus manos el futuro, y ese futuro será mejor porque lo construiremos entre todos.

Alcaldesa de Castelló y candidata del PSPV a la alcaldía

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