El Caminàs fue, ya en tiempos de los íberos (S. V a.C.), un importante sendero de comunicación, Norte-Sur, entre explotaciones agrícolas. Procedente de Almenara, donde se unía a la Vía Augusta, rebasaba el término de Burriana por Vinarragell, cruzaba el Millars y desde Almazora, pasando por Fadrell, paralelo a la costa, llegaría hasta Lledó, continuando por el actual Camí d’En Riera. Desde Canet, el sendero proseguía salvando las antiguas cuestas de Oropesa. Enlazados a él, aparecieron caminos empedrados, como la senda de la Palla, que unía el área del pujol de Gasset con el término de Borriol hacia el N/O, o el que desenterró Porcar, en el camí de la Donació, cercano a la acequia d’Antrilles, que vinculaba algunas aéreas poblacionales agrícolas («via eagrariae vel vicinales quae ad agros vel vicos ducunt»), lo que se explica por los restos constructivos y de cerámica hallados en la zona.
Romanización
Algunos lugares de hábitat ibérico siguieron funcionando bajo la romanización, por más que los gustos de sus moradores pronto se adaptaron a los de la civilización dominadora, de la que aprendieron nuevas técnicas de cultivo o mejoraron las ya existentes, singularmente los viñedos, cereales y olivares. Otros, como el citado pujol de Gasset en el Grau, en el que se documentan cerámicas griegas, ibéricas y romanas, debieron ser núcleos de enlace comercial marítimo. El conjunto de ánforas y fragmentos de cerámicas romanas, encontradas bajo el mar, cuando la construcción del puerto a principios del siglo XX y hoy depositadas en el Museo de Bellas Artes de Castelló, manifiestan, bien a las claras, una actividad de exportación e importación naviera que, asimismo, se puede determinar en las islas Columbretes desde el periodo de la colonización fenicia.
Cronista oficial de Castelló