Opinión | A QUEMARROPA

De patinetes y pereza

Los patinetes eléctricos, mal llamados sostenibles, ecológicos y no sé cuántas chorradas más, llevan una década entre nosotros. Ya saben, queridos lectores, que la tecnología siempre va más rápida que la legislación. Pero en lo que hace referencia a este engendro mecánico, el tema se pasa de castaño oscuro. Muchos de los que circulan con esos peligrosos armatostes invaden aceras sin pudor. No llevan luces (ni delanteras ni traseras) cuando ha anochecido. No llevan casco. No cumplen las normas de circulación vial.

Es increíble que la DGT no haya tomado cartas en el asunto en una década. Y no me refiero a elaborar recomendaciones y demás. Me refiero a que, al igual que para conducir un ciclomotor hacía falta, al menos en mi época, una licencia administrativa, un seguro y una matrícula, con los patinetes tendría que haberse actuado del mismo modo. Solo la pereza regulatoria de propios y extraños puede hacer comprensible este desatino.

Los municipios han tomado alguna medida. Algunos municipios. No todos. Pero por lo general no las aplican. Yo no he visto todavía a ningún policía multando a un usuario del patinete eléctrico por rodar en dirección prohibida, por encima de la acera o sin casco. Y usted, querido lector, probablemente tampoco. Los patinetes eléctricos son vehículos muy similares a los ciclomotores, de hecho son casi motocicletas, y como tales deben estar regulados. Todo lo que no sea alcanzar ese nivel normativo será un fracaso de papá estado, que, como ya saben, tiende a meterse donde no le llaman para evitar trabajar en lo que sí le compete.

Escritor