Al margen de proteger los tejidos de los dedos de las manos y los pies, las uñas pueden ser un indicador para detectar problemas de salud. El estado habitual de las uñas es liso de color uniforme, por lo que los cambios importantes pueden ser un síntoma de enfermedades en el riñón, pulmón, corazón o hígado, así como diabetes o anemia. 

Las uñas, que están formadas por queratina, una proteína endurecida que también se encuentra en la piel o el pelo, pueden contar con manchas blancas o crestas verticales que son inofensivas, pero si contamos con manchas de otros colores o alteraciones importantes pueden indicar desde patologías de la piel como la psoriasis, hasta insuficiencia renal o cirrosis hepática, por lo que si esta situación permanece inalterable pese a que la uña siga creciendo es recomendable consultar con su médico.

Según apuntan desde la web especializada webconsultas, “las manchas blancas, anchas y transversales, pueden indicar que el paciente sufre un problema de riñón o de hígado, y las manchas negras y longitudinales pueden ser también un síntoma de alguna patología orgánica”. 

Un déficit alimentario, posible causa

Es frecuente, eso sí, que puedan aparecer manchas en las uñas y no hay que alarmarse al respecto, pero sí ocuparse de ellas en caso de que se agrave la situación o se prolongue en el tiempo, pues como decíamos las pequeñas manchas blancas, conocidas como leuconiquia, pueden deberse a pequeños traumatismos o a deficiencias en la dieta como una falta de zinc, vitamina A, hierro o vitamina B6.

Entre los alimentos ricos en zinc se encuentra la carne roja, los huevos, mariscos, pipas de calabaza, pollo, pavo o hígado, por lo que es recomendable la ingesta de estos alimentos en casos de manchas blancas esporádicas en las uñas.

En cuanto al cuidado de las uñas es importante no mordérselas o seguir una dieta equilibrada, no usar quitaesmaltes con acetona ni eliminar demasiada cutícula que sirve para proteger tanto la uña como los tejidos de los dedos.