Israel Sarrió descubrió al despertar de la operación que su brazo seguía allí. Fue su familia la que tomó la decisión cuando los médicos plantearon que la única alternativa era conectar el brazo a la pierna.

"Decidieron ir a por todas", explica el doctor Cavadas, quien quiso arriesgarse "porque el nivel de movilidad que se puede conseguir es mayor que con un brazo artificial". Cavadas asegura que de no haber sido así "hubiera dejado morir el brazo". Su equipo supervisará la rehabilitación mientras la herida se cierra y las neuronas hacen crecer los nervios a un ritmo de un milímetro diario.