El príncipe Bernardo, padre de la reina Beatriz de Holanda, fallecido el 1 de diciembre a los 93 años por un cáncer de pulmón, fue enterrado ayer con todos los honores militares y el dolor de miles de ciudadanos que salieron a la calle para despedirle. Bernardo, de origen alemán, era muy querido en el país y estuvo de parte de los aliados durante la segunda guerra mundial.

El féretro, envuelto en la bandera holandesa, llegó a mediodía a la ciudad de Delft --sobrevolada por cazas de la fuerza aérea como homenaje al príncipe, que fue enterrado con uniforme de aviador y una rosa entre las manos--, donde se produjo el recorrido del cortejo, seguido por 9.000 miembros de las fuerzas armadas reales, hasta la iglesia de Nieuwe, en cuya Cripta Real están los restos de otros monarcas. Grandes medidas de seguridad por los numerosos miembros de familias reales.

Los reyes Juan Carlos y Sofía asistieron con Carlos y Silvia de Suecia, que contó con la presencia del príncipe Enrique de Dinamarca, el príncipe Hasán bin Tallal, Hans-Adam II de Liechtenstein, el príncipe Mulay de Marruecos, el duque Enrique de Luxemburgo, los reyes Harald y Sonia de Noruega, el príncipe Felipe de Inglaterra, los reyes Carlos y Silvia de Suecia, y Constantino de Grecia.