La primera dama francesa, Carla Bruni, convirtió ayer Madrid en su pasarela. Solo las profesionales de la moda son capaces de posar como lo hizo ella. De subir escaleras como lo hizo ella. De darse la vuelta para saludar a los fotógrafos como lo hizo ella. Es la mujer del presidente francés. Sí. Pero es mucho más. Una reina. La visita oficial del matrimonio Sarkozy a España levantó pasiones. La primera, la mediática. 120 periodistas estaban acreditados para cubrir una cita que tuvo su gran momento durante el duelo de princesas del estilismo: Carla frente a Letizia.

Bruni y Sarzoky aterrizaron en Madrid a las 11.30 horas. Ella llevaba un vestido ajustado de Azzedine Alaïa, acompañado de una camisa-bolero y unos zapatos de tacón medio que le hacían estar más alta que su esposo. Los Reyes fueron los encargados de darles la bienvenida en el palacio del Pardo. La monarquía española no es la británica. Es infinitamente más relajada. Y Bruni lo debe saber porque no hizo reverencia alguna. Que no cunda el pánico protocolario. Nadie está obligado a hacer una reverencia ante los reyes españoles. La primera dama francesa ofreció dos besos a Sofía. A Juan Carlos, la mano. Lo mismo que, en su día, hizo con los Obama.

Durante la recepción en El Pardo, Bruni siguió demostrando que es un animal de pasarela. Estirada, pero muy sonriente, observó el acto montado para la recepción. Se le escapó, eso sí, un juego de manitas con su esposo que duró apenas unos segundos. Se quieren. Eso parece.

Más tarde, tuvo lugar el momento que todos esperaban: el duelo Carla-Letizia, previo al almuerzo que tuvo lugar en el palacio de la Zarzuela y que consistió en huevos escalfados con espuma de caviar, solomillo con salsa de mostaza y verduritas, y gratinado de frutas de primavera. La primera dama francesa miró de arriba abajo a la princesa de Asturias, que optó para la ocasión por un modelo de su diseñador de cabecera, Felipe Varela, en tono grosella y que ya había lucido en la feria de arte ARCO y en Nueva York. Bruni cambió de modelito y vistió un Dior en azul noche. Cuando ambas subían las escaleras, los fotógrafos pidieron más posados. Letizia estuvo algo más protocolaria (léase fría), pero Carla se dio la vuelta como una profesional de la pasarela y ofreció la foto a los reporteros. Más comedida en gestos estuvo Bruni por la tarde durante la visita al Museo del Prado. El plato final de la jornada tuvo lugar en el Palacio Real, donde se celebró una cena con 140 comensales. Entre ellos, el torero Curro Romero y el chef Juan Mari Arzak. Letizia repitió el vestido gris que lució el día antes de su boda. Bruni, con un moño perfecto, escogió un conjunto de terciopelo azul.