Adelantar una hora los relojes tiene efectos en el organismo que, aunque leves, se reflejan en la salud. Las consecuencias son transitorias y “nuestro organismo solo necesitará tres o cuatro días para acoplarse a este nuevo horario, aunque bien es cierto que algunas estadísticas indican un discreto aumento de la accidentalidad los días posteriores” al cambio, según el doctor Gonzalo Pi, jefe de la Unidad Valenciana del Sueño de Hospital Quirón Valencia. "Es a partir de los 50 años cuando quizá nos cueste un poco más adaptarnos a este cambio", ha asegurado.

La pérdida de una hora de sueño "afecta a todas las funciones controladas por el reloj biológico que está en el cerebro", ha asegurado el doctor José Antonio Madrid, miembro de la Sociedad Española del Sueño (SES). "Este reloj tiene tendencia a seguir funcionando con la misma velocidad todos los días pero si se le quita una hora se requiere un esfuerzo para adaptarse al nuevo horario de sueño", ha añadido.

El proceso de adaptación dura entre tres y cuatro días en los que a todo el mundo le va a costar más levantarse y acostarse, según Madrid. El apetito va aparecer en horas diferentes a las que se está acostumbrado. "Cuando llega la hora de ir a la cama no sentimos sueño, ya que está preparado el cuerpo para dormir una hora más tarde", ha precisado el experto, para quien todo ello genera "más somnolencia y más cansancio".

Recomendaciones de los pediatras

Los niños son uno de los colectivos que más notarán el adelanto de 60 minutos de los relojes y por eso los pediatras recomiendan a los padres que anticipen días antes también sus rutinas de sueño y alimentación. En concreto, la Asociación Española de Pediatría (AEP) aconseja ir adelantando unos 15 minutos la hora de comer, de estudiar y de irse a la cama de los más pequeños antes de que llegue el cambio horario oficial.

Para el doctor Gonzalo Pi, el reloj biológico de los menores “puede tardar en ajustarse varios días e, incluso, una semana". Según el facultativo, el cambio provoca alteraciones en el sueño y "puede generar problemas de atención, irritabilidad, enfados, cansancio y desánimo, especialmente en las primeras horas escolares". En ocasiones también pueden tener “una mayor irritabilidad y alteraciones en su alimentación, principalmente en los lactantes".

En los adolescentes, la calidad y cantidad total de horas de sueño "empeora sensiblemente" los días posteriores al cambio horario. "Lo más probable es que los jóvenes mantengan la hora de dormir previa y por tanto disminuyan la duración del dormir para ajustarse a la señal social matutina", comenta el pediatra.

Reducir o anular la siesta

Además de adelantar 15 minutos la hora de levantarse unos días antes del cambio horario para permitir que el organismo "se adapte", los expertos recomiendan otras medidas preventivas como reducir o anular la siesta cuando entre en vigor la nueva hora.

"La siesta es un periodo en que el que nuestro cuerpo está preparado de forma natural para dormir", señala el doctor José Antonio Madrid, a la vez que matiza que dormir demasiado después de comer dificulta, por la noche, la conciliación del sueño.

Alimentación, luz y ejercicio

El especialista sostiene que el tiempo de siesta "ideal" pasa por entre 18 y 20 minutos, "ya que rompe con ese cansancio que hay después de comer" pero no tiene consecuencias negativas como las que produce una siesta larga, como atontamiento y cambio de humor. A parte de anular la siesta temporalmente, el doctor Madrid recomienda intentar levantarse "desde el primer día del cambio horario" a la misma hora ya que, así, el cuerpo tiene más tendencia a dormir la noche siguiente.

Otras medidas propuestas por el especialista son comer a las mismas horas que antes, porque ayuda a regular el reloj biológico; recibir luz natural y hacer ejercicio a primera hora de la mañana; evitar realizar una actividad física intensa e intelectual y recibir luz brillante al menos dos horas antes de dormir.