Cuando un paciente llega al hospital con dolor en el pecho es posible que haya sufrido un infarto agudo de miocardio y sea necesario una intervención urgente, una angioplastia que dilate la arteria ocluida, pero también es posible que se halle en una fase anterior: el tejido cardiaco aún no está muerto, sino que se ha producido una angina inestable, un dolor causado por el flujo deficiente de sangre a través del músculo cardiaco. O puede ser también un problema de microcirculación de los vasos sanguíneos. O incluso un dolor de otro origen. Poder determinar las características de la afectación cardiaca en sus primeras fases, la llamada isquemia o falta de oxígeno en los tejidos, es “clave para actuar correctamente”, relatan Lina Badimon y Judit Cubedo, directora e investigadora del Institut Català de Ciències Cardiovasculars (ICCC-CSIC). Hay fármacos efectivos, pero pueden ser agresivos si no se aplican en el paciente adecuado.

Badimon y Cubedo, en colaboración con otros miembros del ICCC, han desarrollado y evaluado en pacientes un kit que descifra con rapidez el nivel de isquemia miocárdica. “Hasta ahora no había ningún marcador que nos dijera si una persona estaba sufriendo un proceso de falta de oxígeno o simplemente un dolor muscular de otro tipo”, insiste Badimon. El sistema ha superado las primeras pruebas y ahora, gracias a una ayuda del programa CaixaImpuls de La Caixa, espera comenzar en breve un ensayo multitudinario.

UNA PROTEÍNA, UNA PISTA // Las investigadoras han localizado un biomarcador, una proteína llamada Apo-J, que varía en aquellos enfermos que se encuentran en la fase temprana del infarto. “Cuando una célula empieza a sufrir estrés, modifica su metabolismo y libera productos anormales. Nosotros buscábamos un marcador para esas fases tempranas”, ilustra Badimon.

Empezaron analizando a los pacientes que llegaban con dolor cordial al Hospital de Sant Pau de Barcelona y, tras clasificarlos en función de la afectación final, buscaron en su sangre una señal que los diferenciara de los pacientes sanos. “Con las nuevas técnicas de la proteómica, observamos varios posibles marcadores antes de dar con la Apo-J. Fue un trabajo laborioso”, relata Cubedo. Apo-J es una proteína cuya actividad varía específicamente en los procesos de isquemia (técnicamente, el test mide un proceso bioquímico conocido como glicosilación).

Para detectar el estado en que se encuentra el corazón no hace falta usar catéteres ni ningún procedimiento quirúrgico. Basta con una gota de sangre.

CON 2.000 PACIENTES // El marcador ha funcionado con una selección de un centenar de pacientes, es decir, ha sido capaz de determinar en ello el grado de la isquemia que tenían antes de ser tratados hospitalariamente. “Sin embargo, necesitamos garantizarlo con 2.000 pacientes de todos los tipos, no solo con los que se encuentren en fases agudas”, prosigue la directora del ICCC.Badimón cree que el test podría funcionar con otros métodos. H