Reaprovechar y distribuir los alimentos sobrantes. Ese es el objetivo que se marcó Cristina Romero, una madre de Girona que hoy estará en el Congreso de los Diputados entregando las casi 225.000 firmas que ha recogido, a través de la plataforma Change.org, para reclamar la revisión de la ley 17/2011 de seguridad alimentaria y nutrición, para que los excedentes de las cocinas escolares puedan ser «reaprovechados o redistribuidos», señala Romero. En definitiva, evitar el despilfarro de comida en los colegios.

Algo que aparentemente no tendría por qué tener más complicaciones, meter unos macarrones que han sobrado en una fiambrera en lugar de tirarlos a la basura, está prohibido por la ley que regula las normas de higiene para la elaboración, distribución y comercio de comidas preparadas y la manipulación de alimentos. «Por motivos higiénicos y sanitarios, la comida que ha sido cocinada en un lugar no puede ser luego manipulada y trasladada a otro, si no se toman una serie de medidas a veces demasiado exigentes», detalla la madre gerundense, que puso en marcha la campaña después de asistir hace un año a una reunión sobre el servicio de catering en el colegio de su hijo.

La lucha contra el desperdicio de alimentos tiene abierto un frente empresarial. Ya hace cinco años, la asociación multisectorial de empresas Aecoc se propuso impulsar entre sus asociados soluciones al problema. Entonces, un centenar de grandes compañías suscribieron un acuerdo que llegaba en plena crisis económica y que suponía un balón de oxígeno para muchas familias en dificultades y solución a problemas crecientes de productos sin vender para distintas empresas de distribución e industrias del sector agroalimentario.

Cinco años más tarde, al acuerdo inicial se han sumado ya más de 300 grandes empresas y se espera que lleguen a 350 este año. No se conocen cifras exactas, pero dado el peso económico de los adheridos a nadie extraña que supongan el 80% de cuota del mercado agroalimentario español las empresas que ya están aplicando medidas correctoras. Así lo intuye la directora del programa contra el desperdicio alimentario de Aecoc, Nuria de Pedraza, que resalta que en cinco años los excedentes destinados al banco de alimentos se han incrementado el 6% gracias al impulso de Aecoc. El 32% de los productos no comercializados por las empresas adheridas al programa se donaron a entidades benéficas. «España fue el primer país europeo en el que las empresas se pusieron de acuerdo para ofrecer soluciones al desperdicio alimentario», explica De Pedraza, mientras que en países como Francia o Italia, el camino se está haciendo mediante normas legales. H