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daños colaterales de la pandemia

Niños que juegan solos: consecuencias de la falta de socialización por el virus

Avisan de que a partir de los 3 años la carencia de contacto puede generar una serie de problemas. La forma de relacionarse de los más pequeños tras el confinamiento preocupa a los expertos

Los niños españoles empezaron el confinamiento por el coronavirus el 14 de marzo. Fueron los primeros en experimentar las medidas del estado de alarma del país al cerrar los colegios, y han sido los que más nos han sorprendido sabiendo adaptarse a la situación, mejor incluso que los adultos. Pero con la desescalada y la vuelta a la «normalidad» hay algo que preocupa a los expertos y es cómo repercutirá en ellos ahora la falta de socialización.

Fijándose en otros países en los que se han retomado las clases, se aprecia cómo las relaciones y la forma de socializar entre los niños (y también los adultos) han cambiado. Impactaban las imágenes de colegios en Francia donde a los niños se les había dibujado un cuadrado en el suelo del patio y tenían que jugar sin interactuar con sus compañeros. También desde otras partes del mundo llegan llamativas imágenes de niños con los pupitres protegidos por pantallas protectoras o hablando entre ellos a una distancia de dos metros.

Los niños aprenden a relacionarse, a resolver conflictos justamente relacionándose, teniendo conflictos con otros niños. Por este motivo, y porque no se sabe exactamente cuánto tiempo se va a alargar esta situación por la epidemia, preocupan las posibles consecuencias que esta falta de socialización pueda tener en los niños en el largo plazo.

cooperación // El psicólogo Alberto Soler, respecto a esto, puntualiza que «en el caso de los niños más pequeños, hasta los 3 años, su necesidad de socialización es más reducida. Todavía no disponen de juego cooperativo con otros niños ni se benefician ni lo necesitan tanto como los más mayores. Con tener cerca a sus figuras de apego y con un clima en casa afectuoso y respetuoso es suficiente». Sin embargo, «en el caso de los más mayores, a partir de tres años en adelante, una falta de contacto social con iguales sostenida en el tiempo puede acabar generando un malestar importante, que ya empezamos a ver en algunos casos», explica el psicólogo. Además, añade que «para estos niños la esfera social cobra cada vez más importancia, necesitan a sus iguales para jugar y compartir, y esto puede acabar repercutiendo en su estado de ánimo, generando ansiedad, conductas regresivas, problemas de conducta, etc», argumenta.

Al respecto, la psicóloga Úrsula Perona añade que «las investigaciones están demostrando que entre un 20 y un 40% de la población confinada está presentando problemas de salud mental».

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