Antes de morir nos arrepentimos básicamente de cinco cosas. Al menos eso es lo que ha dicho y escrito la enfermera australiana Bronnie Ware, especialista en la materia al dedicarse profesionalmente a los cuidados paliativos de los pacientes terminales. Después de trabajar durante décadas asistiendo a personas en su lecho de muerte ha explicado en un libro los cinco principales arrepentimientos que tiene la gente antes de morir. “Viví momentos increíblemente especiales. Porque pasé con ellos las últimas tres a doce semanas de sus vidas”, desvela.

Waren recopiló todas la lecciones que las personas a las que cuidaba le contaban en sus últimos momentos de vida y en un primer momento decidió publicarlas en un blog que en apenas un año contó con más de tres millones de visitas. Es por ello que decidió transmitir esa experiencia en una obra que enseñe cómo evitar esos remordimientos comunes de los que solo somos conscientes en el lecho de muerte.

Las cinco cosas de las que nos arrepentimos antes de morir son estas:

  1. Ojalá hubiera tenido el coraje de hacer lo que realmente quería hacer y no lo que los otros esperaban que hiciera. Según Ware, los enfermos a los que asistían hubieran deseado tener el coraje de ser auténtico sin hacer lo que otros esperaban. «Es el arrepentimiento más común de todos. Cuando la gente se da cuenta de que su vida ya casi se ha terminado y echan la vista atrás con cierta claridad, es sencillo ver cuántos sueños no han cumplido. Casi nadie ha logrado siquiera la mitad de sus sueños, y se mueren sabiendo que fue por decisiones que ellos tomaron. No se dan cuenta de que la salud trae libertad, hasta que les falta», afirma.
  2. Ojalá no hubiera trabajado tanto. «Desearía no haberme centrado tanto en mi trabajo porque eso, decían, los había hecho perder el equilibrio y como resultado habían perdido muchas cosas en su vida». Esta es una de las frases que, según ella, más repiten los pacientes con los que han coincidido. «Me lo ha dicho cada uno de los hombres a los que he atendido. Echaban de menos la infancia de sus hijos y la compañía de sus parejas», analiza. Ware analiza que «a las mujeres también les pasa, pero como la mayoría a las que he atendido eran muy mayores, casi todas habían sido amas de casa. Pero cada hombre con el que he trabajado se ha arrepentido profundamente de pasar demasiado tiempo trabajando».
  3. Hubiera deseado tener el coraje de expresar lo que realmente sentía. «La gente reprime sus sentimientos para mantenerse en paz con otros. Como resultado, se condenan a una existencia mediocre y nunca se convierten en quienes eran capaces de haber sido. Como consecuencia, desarrollan enfermedades relacionadas con la amargura y el resentimiento con los que han cargado», afirma. «Ojalá hubiese tenido el coraje de abrirme más», concluye al respecto.
  4. Habría querido volver a tener contacto con mis amigos. "También era muy común arrepentirse de no haber vuelto a tener contacto con viejos amigos. Mucha gente decía que le hubiera gustado volver a ver a alguien para recordar momentos de su vida, pero no habían hecho el esfuerzo de encontrarlo". Según Ware, al final de la vida los amigos son muy importantes porque a menudo los familiares que rodean a un enfermo terminal están pasando por su propio duelo. Una persona en su lecho de muerte a menudo extraña a esos amigos, dice, pero muchas veces, cuando se les pierde el rastro, ya es demasiado tarde para encontrarlos.
  5. Me hubiera gustado ser más feliz. Esto es, según Ware, uno «sorprendentemente común». No haberse permitido a uno mismo ser más feliz es uno de los grandes pesares de las personas en su lecho de muerte. «Hasta el final, no se dan cuenta de que la felicidad es una elección », lamenta. Según la autora del libro, «se atascan en rutinas viejas, en la llamada 'zona de confort'» y «tienen miedo del cambio, lo que les hace engañarse a sí mismos y a los demás, cuando en el fondo hace anhelaban reírse como es debido y volver a pasarlo bien».