Caso Abierto - El Periódico Mediterráneo

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SUCEDIÓ EN EL 2021

Una vecina del Grau: «Me amenazó con una pistola táser y me obligó a acostarme con él»

El acusado, era novio de la víctima y tuvieron un hijo cuando él tenía 15 y ella 27

El procesado, custodiado ayer en el juicio por dos policías nacionales y un guardia civil.

Un joven de 18 años se sentó ayer en el banquillo para hacer frente a una pena total de 25 años por presuntos delitos de malos tratos, coacciones, agresiones sexuales y allanamiento de morada en el Grau. La Fiscalía considera que el procesado sometió a control la vida y relaciones de la que fuera su pareja, golpeándola y obligándola supuestamente a mantener relaciones sexuales.

Según reconocieron ayer en el juicio oral tanto la mujer, como el acusado, este último contaba con tan solo 15 años cuando iniciaron la relación, mientras que ella tenía unos 27. Al poco tiempo, tuvieron un hijo, momento en que dejaron de ocultar su noviazgo.

La mujer explicó que el procesado no vivía con ella, pero que iba a verla y hacían planes de pareja. «Le gustaban mucho las armas, coleccionaba artículos policiales y tenía una pistola, una defensa extensible, esposas, una táser e, incluso, un uniforme», declaró la víctima a preguntas del fiscal.

La afectada relató cómo un día el susodicho la arrastró hasta la habitación de la vivienda. «El niño estaba llorando fuera y él me dijo que quería que borrara mis redes sociales. Me sentó en la cama y sacó la pistola táser para amenazarme», explicó la testigo, quien dijo haberse sentido coaccionada al decirle el procesado que iría a por su familia si lo dejaba.

Violencia machista

El Ministerio Público describió una relación sentimental de control en el marco de la violencia de género. La mujer aseguró que, una vez tomada la decisión ella de dejar la relación, él se coló en su casa. «Me lo encontré dentro y me obligó a acostarme con él. Yo le decía que no, pero él me sujetó por las manos y me forzó», dijo la afectada, quien incidió en que después de la agresión sexual «él estaba como si nada; se quedó tan tranquilo, se vistió y se fue».

La víctima referenció que otro día su expareja se volvió «loca» y le dio un golpe, dejándole la boca «llena de sangre». «Yo salí corriendo porque él venía con un cuchillo detrás de mí», aseveró.

El procesado negó todas estas acusaciones, dijo que el sexo fue siempre consentido y desmintió que allanase la casa de la mujer porque, según dijo, él también vivía allí y tenía llaves.

Un vecino de la pareja corroboró que tenían una relación tormentosa, que en alguna ocasión tuvo que personarse en el inmueble para pedirles que bajaran la voz y que una vez la chica llamó a su puerta pidiendo auxilio. «Me tocó al timbre, llorando. Venía con un niño y me dijo que su novio la quería matar, que la había golpeado en la boca. Llamé al 112 para que viniera la policía», contó.

Tres agentes de la Policía Científica fueron llamados a declarar y confirmaron que en una ventana de la vivienda de la mujer hallaron varias huellas dactilares pertenecientes al acusado. Dijeron que las mismas estaban en la parte exterior de la casa, en una zona de arrastre del cristal.

El juicio quedó ayer visto para sentencia en la Audiencia.

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