El pasado 8 de mayo, un niño de 9 años murió ahogado en una balsa de agua en El Ejido (Almería). Pocas semanas después, un menor de la misma edad tuvo el mismo final en una balsa de Terrasa. En noviembre del año 2018, un vecino de la Vall d'Uixó se ahogó en una de estas instalaciones de riego cuando quiso salvar a su perra, que había caído dentro. Tragedias que podrían considerarse hechos excepcionales pero que, según defiende la asociación Agents Mediambientals de la Comunitat, «evitables», al igual que lo sería salvar a las decenas y decenas de animales que todos los años perecen tras caer en este tipo de construcciones.

Las balsas de riego o contraincendios, independientemente de su tamaño y del material con el que estén construidas son un peligro potencial y, como denuncian los profesionales de la vigilancia del medio natural, no existe ninguna normativa que obligue a establecer mecanismos de seguridad —en especial para las que ya están construidas— que eviten que cualquier persona o animal que caiga en su interior ya no pueda salir. Para este colectivo, así como para diferentes asociaciones ecologistas y de protección de la fauna, lo más preocupante de esta situación es su tolerancia, dado que las autoridades no toman ninguna medida al respecto, a pesar de que «hay soluciones muy fáciles de instalar y económicas».

Vídeo demostrativo

Como siempre se dijo que una imagen vale más que mil palabras, y después de que sus constantes reivindicaciones no hayan llegado al puerto deseado, Agents Medioambientals ha decidido demostrar que tienen razón, que no hacen falta grandes inversiones para acabar con esta sangría de vidas. Como ejemplo, recuerdan que «hace poco tiempo, en una revisión rutinaria de una balsa de riego encontramos hasta 44 mamíferos ahogados», a lo que añaden: «Por desgracia, es algo muy habitual, revisar una balsa y encontrar animales muertos». Sucede incluso en instalaciones sin agua, «caen dentro, no pueden salir y mueren de hambre».

Un agente medioambiental rescata a un gato ahogado en una balsa de riego de lona. ASOCIACIÓN AGENTS MEDIAMBIENTALS

Para demostrar su tesis, que es fácil y accesible evitar este drama, varios agentes llevaron a una balsa de lona vacía a una oveja, un perro, un hurón, una gallina y un conejo y grabaron el experimento. Ninguno de los animales fue capaz de trepar por la lona para salir del interior de la instalación. Tampoco pudo hacerlo una persona. «Si con la balsa vacía no es posible, solo hay que imaginar cómo será cuando está llena y, por lo tanto, mojada», remarcan.

Entonces instalaron diferentes tiras de mallas o tejidos (césped artificial). Con la malla de torsión (la que se utiliza en los vallados, más conocida como tela metálica) todos los animales fueron capaces de sujetarse y salir. También con una malla electrosoldada. Lo grabaron para demostrarlo, como puede verse en las imágenes adjuntas.

Coste mínimo por salvar vidas

La asociación Agents Mediambentals explica que la malla de torsión tiene un coste aproximado en el mercado de 2 euros el metro. Como ejemplo, hacen el cálculo sobre una balsa con un perímetro de 30 metros, «dependiendo de la profundidad, sería conveniente poner varias tiras con unos 5 metros de separación entre sí, con unos 20 metros, el coste rondaría los 40 o 50 euros». Un gasto mínimo con un impacto vital.

Dependiendo del material escogido el precio oscila, desde los mencionados 2 euros, hasta los 12 de la malla electrosoldada, los aproximadamente 20 euros el metro del césped artificial (dependiendo del grosor) o los 15 euros el metro de media del felpudo de pvc. Alternativas viables hay muchas y sobre ellas trabajan estos profesionales que aseguran que «vamos a seguir haciendo pruebas», porque en el caso de las balsas de obra, remarcan que «hacen falta materiales más rígidos y con cierta pendiente», pero también existen soluciones económicas.

Un informe para Conselleria

El colectivo trabaja en la elaboración de un informe en el que van a recoger toda esta información detallada, sobre qué conviene instalar dependiendo del tipo de balsa que se trate, tamaño, etc.

Explican que si el animal ahogado es una especie protegida, desde la Conselleria de Medio Ambiente «se realiza un requerimiento pidiendo al propietario que implante medidas antiahogamientos, pero sin precisar de qué tipo», señalan. «Nos hemos encontrado con gente que ha puesto palets de madera, piedras... al final han hecho lo que les han pedido, pero no es eficaz». A su modo de ver, «la administración no solo debe pedir que se actúe, debe indicar cómo» y también consideran que deben ser acciones «obligatorias, no pueden depender de la voluntad de cada propietario, porque estamos hablando de vidas».