Abres un ojo. Abres el otro. Recibes un WhatsApp. Tragedia en CulleraYoyo Molés se despertó con la noticia de un accidente mortal en el Medusa Sunbeach, el festival donde estaba su hija con su pareja y otros amigos. Leyó el mensaje y automáticamente se subió en el coche para ir a buscarla, pese a que no tenía ninguna noticia de cómo se encontraba, ya que esta tenía el teléfono sin batería. De Castelló a Cullera sin parar, sin noticias y sin saber exactamente dónde acudir. En un trayecto de 127 kilómetros de una hora y 20 minutos. «Fue muy angustioso», cuenta una vez en Castelló con su hija. «Me enteré por Levante-EMV y me subí al coche de camino a Cullera sin saber nada de ella, pues no tenía batería en el teléfono», explica a este periódico.

Cuando estaba a diez kilómetros de la ciudad costera recibió la llamada de su hija, que le contactó desde el teléfono de esta periodista. «Estaba muy angustiada, iba conduciendo y ni siquiera pensaba, solo tiraba y tiraba. Cuando recibí la llamada me relajé, pero el cuerpo estaba agotado de la tensión», explicaba. La noticia, dice Yoyo, «me ha impresionado muchísimo. Una vez he podido estar con ellos me decían que habían dormido en un jardín porque les daba miedo que el camping se volara y tuviera consecuencias trágicas —como finalmente ha ocurrido— o les robaran sus cosas».

"Pensaba: ‘No me tocará a mí’"

Se encontró a media mañana con su hija, a quien pudo abrazar de nuevo y a quien vio «hecha polvo». «Pensaba, ‘no me tocará a mí’, pero aún así, siempre hay algún padre o madre desafortunada y te asustas muchísimo». Cuando Yoyo leyó en el periódico que había una persona fallecida, ni siquiera se fijó en si era hombre, mujer, o en su edad. «Estaba tan nerviosa que no leía bien. Simplemente cogí las llaves, me subí al coche y tiré. Pensaba que mi niña no sería pero es algo muy impactante», relata. Mientras, iba escuchando la radio para actualizar la situación. Ingresados. Heridos. Y ella seguía conduciendo. «Es durísimo lo vivido», señala. «Están de fiesta, en un lugar que está dentro de la legalidad, donde se supone que se cumplen todas las medidas de seguridad. Esto no se puede entender», reflexiona en conversación con Levante.

El trayecto en coche fue horrible y hasta que llegó a Cullera no sabía muy bien hacia donde se dirigía. Mientras conducía, eso sí, a Yoyó le dio tiempo a pensar en todas las familias que estarían en la misma situación durante la mañana de este sábado y, especialmente, esos padres a quienes dieron la peor de las noticias.

"Había gente robando"

Nayeli es su hija. Hablaba con Levante a primera hora de este sábado y relataba cómo vivió, junto a su amigo Jorditoda la situación catastrófica y caótica dentro del festival. A ellos les pilló en la playa y critican que, en medio de la incertidumbre, el miedo y el descontrol, había gente que aprovechaba y entraba en el camping, desamparado y cogido con pinzas bajo el fuerte vendaval que tiró abajo varios elementos y estructuras del festival. «Empezaron a desalojar a todo el mundo y en el camping, a parte de que casi todo volaba por los aires, no se podía estar porque había grupos de gente que entraba a robar. Recogimos lo antes posible y dormimos en el césped de una plaza. Si no hay policías no hay reglas y ellos estaban en la tarea de vaciar el recinto».

A parte de esta desagradable situación dentro de una tragedia desastrosa y terrorífica, explica que tenían miedo porque escuchaban «a mi amigo se le ha caído algo encima», «cuidado con los objetos que vuelan, pueden mataros», gritos, llantos, un caos. A pesar de que veían que algo grave podía estar pasando, ni Jordi ni Nayeli se imaginaban la dimensión y las consecuencias que dejaría el vendaval que se levantó algo más tarde de las cuatro de la madrugada del viernes.

Yoyo Molés explica a Levante, ya más tranquila, que empatiza con todos los padres y madres a quienes este sábado por la mañana invadieron los nervios más humanos. Que el susto que se llevó fue, a fin de cuentas, un golpe de suerte porque se quedó precisamente en eso, en un susto.