Condenado a catorce años y nueve meses de cárcel por violar y coaccionar a su hijastra

El fallo, ratificado por el TSJA, revela que el procesado "creó un clima de intimidación y soledad familiar" sobre la niña para evitar que le delatase

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Pablo Palomo

Aprovechando que ejercía el rol de padre, y que en muchas ocasiones se quedaba al cuidado de la hija menor de edad de su pareja sentimental, un individuo estuvo agrediendo sexualmente a su víctima durante casi una década, controlando hasta la ropa que llevaba la joven y todo ello en medio de "un clima de intimidación y soledad familiar deliberadamente desplegado" por él con la única finalidad de que "la menor no intentase pedir auxilio". Este es el relato, en líneas generales, del calvario vivido por una joven nacida en 2004 y ahora afincada en Gijón, que ha logrado que el Tribunal Superior de Justicia de Asturias (TSJA) haya ratificado la condena de catorce años y nueve meses de cárcel (por los delitos contra la libertad sexual y coacciones) para su padrastro, que ya está recluido en el Centro Penitenciario de Asturias. Una pena que, además, incluye otros diez años de libertad vigilada, tres lustros de prohibición de acercarse a su víctima y comunicarse con ella por cualquier medio y el pago de una indemnización de 110.000 euros por los daños morales causados a su víctima.

Este hombre, nacido en 1985 en República Dominicana, mantenía una relación sentimental con una mujer y las dos hijas de ella. La menor afectada en este caso llegó con cuatro años a España procedente de Colombia, donde vivía con su padre biológico. Ya en Asturias, y al poco de iniciarse la convivencia, el ahora condenado "comenzó a mostrar interés libidinoso" por la menor. Al principio, y "simulando un juego", tapaba los ojos a la niña con un pañuelo para conseguir que la menor le realizase tocamientos y le daba besos. Eso ocurrió entre 2008 y 2011.

Con el paso del tiempo, "valiéndose de la ventaja que le concedía el rol en su cuidado y la convivencia en el mismo domicilio", comenzó a aprovechar las ausencias de su pareja sentimental y madre de la menor para "realizar toda suerte de tocamientos" a la niña. Lo hacía "dos o tres veces por semana" entre 2011 y 2013. En ocasiones, este individuo se quitaba la ropa para llevar a cabo esas prácticas y para que su hijastra también le tocase a él. A pesar de la corta edad de la víctima, "la menor comprendía la naturaleza de la situación y se negaba a ello", por lo que este hombre "desplegó toda una conducta dirigida a forzar a la niña a acceder a sus deseos libidinosos. ¿Cómo lo hacía? Pues aprovechándose de la influencia que tenía sobre la madre de su víctima para lograr que castigase a su hija, bajo cualquier pretexto, si la niña no obedecía sus órdenes.

Ya en el año 2013, describe la sentencia de la sección octava de la Audiencia, ratificada ahora por el TSJA, "la escalada en la conducta del procesado alcanzó una mayor cota para su propósito sexual". Tenía la víctima nueve años cumplidos. Ya entonces se las ingeniaba este individuo para evitar que la menor escapase o pidiese auxilio, poniéndose encima de ella y tapándole la boca para forzarla a mantener relaciones sexuales completas. Prácticas que llevaba a cabo dos o tres veces por semana, según quedó demostrado durante la vista oral que se celebró a puerta cerrada.

Sin relación con menores

Desde el año 2015, este hombre empezó a querer controlar también la vida de su hijastra, "de forma más intensa", con el objetivo de "evitar toda relación social, siquiera con otros menores de su edad". Llegó incluso a convencer a la madre de la niña de que era lo más indicado. Controlar la ropa de la menor era otra de las misiones de este individuo, obligándola a llevar faldas cortas "con la única y lúbrica finalidad de acceder mejor y en cualquier momento a sus partes íntimas".

Las agresiones sexuales, con el tiempo, no solo tenían lugar en la vivienda familiar. Al menos en dos ocasiones, este varón fue a buscar a su hijastra a otros sitios en los que se encontraba, tanto en un establecimiento comercial como en una biblioteca, por ejemplo, para forzarla a mantener relaciones. Así se mantuvo la situación hasta 2017. La situación cesó cuando la menor se fue a vivir con su abuela. Al final, acabó denunciando años más tarde, lo que permitió llevar al banquillo a su agresor mientras la víctima se recupera de las secuelas sufridas.

Las claves

  • Condenado. Un hombre nacido en 1985 y natural de República Dominicana que desde hace varios años reside en Asturias. Actualmente está en prisión por esta causa. 
  • Víctima. Llegó a España con 4 años desde Colombia para vivir con su madre y la pareja sentimental de ella. Al poco de su llegada comenzó a sufrir los abusos de su padrastro, que fueron en aumento con el paso de los años. Fue víctima, además, de coacciones para evitar que delatase a su agresor. 
  • Pena. Catorce años y nueve meses de cárcel, otros diez de libertad vigilada y quince de alejamiento. Deberá indemnizar a su víctima con 110.000 euros.  

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