Neurociencias

¿Es el cerebro humano el objeto más complejo del universo?

Hay 86 mil millones de neuronas en el cerebro, aproximadamente la misma cantidad que galaxias en el universo, pero…

El cerebro y el universo muestran paralelismos sorprendentes.

El cerebro y el universo muestran paralelismos sorprendentes. / Generador de imágenes de COPILOT para T21/Prensa Ibérica.

Eduardo Martínez de la Fe

Eduardo Martínez de la Fe

Tanto el cerebro como el universo son sistemas tremendamente complejos que comparten paralelismos sorprendentes, pero no es posible determinar cuál de los dos es el más sofisticado. Y lo más complicado de entender: que el cerebro es parte del universo y, al mismo tiempo, el medio a través del cual lo percibimos y comprendemos.

La afirmación de que el cerebro humano es el objeto más complejo del universo conocido ha sido un tema de fascinación y debate entre científicos y pensadores, plantea la revista NewScientist en un interesante artículo.

Recuerda que, en 2012, el neurocientífico Christof Koch afirmó en su libro "Consciousness: Confessions of a Romantic Reductionist" que el cerebro humano, con sus aproximadamente 86 mil millones de neuronas interconectadas de maneras que apenas comenzamos a comprender, es el objeto más complejo en el universo conocido.

Michio Kaku, un físico teórico de renombre mundial, también ha expresado la complejidad del cerebro en términos parecidos, describiéndolo de esta forma: “el cerebro humano tiene 100 mil millones de neuronas, cada una de las cuales está conectada a otras 10.000 neuronas. Sentado sobre tus hombros está el objeto más complicado del universo conocido”.

Ambas perspectivas destacan no solo la complejidad estructural del cerebro, sino también su capacidad para generar consciencia, una característica que aún desafía nuestra comprensión, pero que no responde a la cuestión de si realmente la complejidad del cerebro puede superar a la del universo.

¿Complejidad relativa?

Sin embargo, cuando se plantea esta afirmación a David Wolpert, del Santa Fe Institute, un centro de investigación dedicado a la ciencia de la complejidad, la perspectiva cambia, destaca asimismo NewScientist.

Wolpert considera casi ridículo pensar que seamos el sistema más complejo del universo, señalando que la pregunta misma es errónea. Esta reacción sugiere que la complejidad puede ser un concepto relativo y que podría haber sistemas aún más complejos en el universo que todavía no comprendemos o hemos descubierto.

Por eso, para comparar cerebro y universo debemos considerar la definición de complejidad, un concepto que no se define por los componentes y las interconexiones de un sistema: en la naturaleza, el todo es siempre mucho más que la suma de las partes. Por eso, el comportamiento de un sistema, ya sea físico o biológico, no se puede predecir a partir de las propiedades de sus elementos individuales.

Esto implica que la complejidad no es una propiedad intrínseca de un sistema, sino que depende de cómo lo observemos y de qué aspectos nos interesen. "La complejidad es una función de la descripción", añade Wolpert.

Midiendo la complejidad

Esto significa que no hay una única forma de medir la complejidad, sino muchas. Algunas se centran en la cantidad de información que se necesita para describir un sistema, otras en el grado de orden o desorden que presenta, y otras en la capacidad de adaptación o aprendizaje que muestra.

Cada una de estas medidas puede ser útil para comparar sistemas dentro de un mismo dominio, como la biología o la física, pero no necesariamente entre ellos. Incluso si pudiéramos encontrar una medida universal de complejidad, no está claro cómo podríamos aplicarla al cerebro humano y al universo.

Ambos son sistemas enormes y dinámicos, de los que tenemos un conocimiento limitado y parcial. No podemos observar todas las neuronas y sus conexiones en un cerebro vivo, ni todas las galaxias y sus interacciones en el universo. Tampoco podemos experimentar con ellos de forma directa y controlada. Esto hace que sea difícil cuantificar su complejidad de forma objetiva y precisa.

Cerebro y universo, ¿universos paralelos?

Cerebro y universo, ¿universos paralelos? / Generador de imágenes de COPILOT para T21/Prensa Ibérica.

Complejidad cerebral y cósmica

Paradójicamente, si comparamos la complejidad de ambos sistemas, el cerebral y el cósmico, vemos en primer lugar que el cerebro humano es asombrosamente complejo: sus neuronas se comunican entre sí a través de sinapsis, formando una red que procesa información, controla funciones corporales y almacena recuerdos. Su complejidad no solo radica en la cantidad de neuronas, sino en cómo interactúan. Las propiedades emergentes, como la consciencia y la creatividad, surgen de esta sinergia.

En el otro extremo tenemos al universo lleno de galaxias, estrellas, agujeros negros y otros objetos masivos, cuyas estructuras tienen patrones y conexiones complejas. Además, las leyes físicas que gobiernan el cosmos son sorprendentemente simples en comparación con la complejidad observada. Sin embargo, estas leyes dan lugar a una diversidad infinita de sistemas complejos que interactúan entre sí.

¿Son comparables?

La comparación entre el cerebro humano y el universo revela, además, paralelismos sorprendentes. Por ejemplo, el número de neuronas en el cerebro humano es aproximadamente el mismo que el número de galaxias en el universo observable.

Además, la forma en que las neuronas se interconectan en el cerebro tiene similitudes visuales con la estructura del universo, como los cúmulos de galaxias y los filamentos que los conectan. El neurobiólogo español Javier de Felipe también ha asegurado a T21 que las semejanzas entre el cerebro y el universo son abrumadoras:  pone como ejemplo el sorprendente parecido que existe entre unos depósitos de proteínas en el cerebro, llamadas placas β-amiloide, signo clásico de la enfermedad de Alzheimer, y las nebulosas y otros objetos celestes. Estas analogías visuales sugieren que, a pesar de las diferencias de escala, hay patrones de complejidad que se repiten a través de diferentes niveles del cosmos.

Esta similitud de forma puede tener algo que ver con las leyes generales a través de las cuales surge la complejidad, dice Ricard Solé, de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona, citado también por NewScientist. O puede que no. "Casualmente, eso puede aparecer en ambos sistemas, pero eso no significa nada", dice.

Más un viaje que un destino

Quizás la pregunta más interesante que se puede hacer al respecto no sea si el cerebro humano es el objeto más complejo del universo, sino cómo se relaciona su complejidad con la del universo, concluye la citada revista. Después de todo, el cerebro es parte del universo y, al mismo tiempo, el medio a través del cual lo percibimos y comprendemos.

¿Cómo ha surgido esta capacidad cognitiva de la materia inerte? ¿Qué papel juega la complejidad en el origen y la evolución de la vida y la consciencia? ¿Qué límites impone la complejidad a nuestro conocimiento del universo y de nosotros mismos?

Estas son algunas de las preguntas que la ciencia de la complejidad intenta abordar, y que pueden ser más fructíferas que la búsqueda de una clasificación definitiva de la complejidad. Como dice Melanie Mitchell, también del Instituto Santa Fe: "la complejidad es más un viaje que un destino".