Las fiestas han llegado a su fin. Vila-real despertó ayer entre la resaca de 10 días intensos de actividades y fiesta y la melancolía de saber que ya todo terminaba. Algunas peñas --las más madrugadoras-- empezaron ya de buena mañana el tradicional desmuntatge de cadafals que, en cada nueva edición de las fiestas patronales, anuncia que el final es inminente. Un final que fue corroborado a medianoche, cuando la traca y el castillo de fuegos artificiales dieron el adiós definitivo a 10 días de actos en honor a Sant Pasqual.

El último día de las fiestas fue, como de costumbre, una jornada tranquila en cuanto a programación. De entre los actos organizados, destacan sobre todo una interesante muestra de coches antiguos, que llevó hasta la plaza del Labrador a un buen número de vila-realenses, atraídos por los modelos expuestos; la III Dans Infantil del Grup de Danses El Roser, o la misa rociera celebrada por la mañana en la iglesia arciprestal Sant Jaume, organizada por la Asociación de Cultura Andaluza.

Al final de la tarde, la plaza Mayor acogió la última actuación de una semana de fiestas que ha resultado un tanto accidentada en cuanto a actuaciones musicales. Las canciones de Los Sabandeños fueron las encargados de acompañar a los vila-realenses en el tramo final de las fiestas patronales.

Cuando Los Sabandeños bajaron el telón, ya sólo quedaba esperar hasta la traca final de fiestas, que llevó la pólvora y el ruido desde la plaza de Sant Pasqual hasta el Ayuntamiento. Desde allí, los vila-realenses se trasladaron hasta la plaza de la Mayorazga, el escenario escogido este año para despedir las fiestas con el espectáculo de luz y color del castillo de fuegos artificiales.