La afirmación que contiene el titular sobre nuestra falta de patriotismo viene a cuento porque anteayer, día 9 de octubre, fiesta de la Comunidad Valenciana, no hubo entre nosotros ningún acto oficial, concierto u otra cosa que llevara la etiqueta del día de celebración del ser valencianos.

Verdaderamente, hay que reconocer que todo eso del patriotismo, español en unas ocasiones y valenciano en otras, parece que no vaya con nuestro ser. En tiempos de Franco, en que la mayoría de ayuntamientos rivalizaban por dar el mayor lustre a la sagrada fiesta del 18 de julio, a penas si se ofrecía entre nosotros la reglamentaria corona de laurel a los caídos. Nada más. Y con poco entusiasmo.

Podía pensarse que la democracia, la autonomía y la mayor libertad nos llevarían a un poco más de entusiasmo en estas fechas cargadas de fervor patriótico. Pero no. Los únicos cohetes que se oyeron el domingo se lanzaron por las fiestas de las rosarieras.

Así que, de valencianismo patriótico, ni un gramo.