Pasear por el interior de un peculiar almacén de naranjas y que el miedo se apodere de tu cuerpo y tu mente. Eso es lo que ayer pudieron experimentar las cerca de 500 personas, entre niños y adultos, que decidieron adentrarse en el misterioso edificio en el que nada era lo que el ojo advertía.

El Espai Jove volvió a ser el escenario de la Casa del Terror que, como cada año por estas fechas, organizan una veintena de jóvenes, vinculados o simpatizantes del colectivo Rialla. Y es que este inmueble, convertido ahora en el centro juvenil de referencia en Vila-real, fue en su día el almacén de Cabrera, en el que se confeccionaban cajas y bolsas de distintas variedades de mandarinas y otros cítricos que, a través del guión elaborado por Rialla, contenían un elemento venenoso que contaminó a los trabajadores y que amenazaba con hacer lo propio con los visitantes.

Los integrantes del grupo organizador se caracterizaron como esos peones infectados que, paulatinamente, mostraban a los asistentes el funcionamiento de este espacio. Un recorrido que, inevitablemente, desembocaba en la contaminación de quienes osaron entrar al edificio.

En total, la veintena de voluntarios --que, de nuevo, contaron con la colaboración de la Concejalía de Juventud, ahora dirigida por la edila Gemma Gil-- realizaron 48 pases, la mitad de ellos fueron de 18.00 a 20.00 horas y dirigidos a los más pequeños; y la otra mitad desde las 22.00 a las 00.00 horas, esta vez para el público mayor de 12 años.