Los mensajeros de sus majestades de Oriente no han estado ni estarán presentes este año, como solían hacerlo en Vila-real, a causa del coronavirus. Tradicionalmente organizaban una única jornada multitudinaria el 26 de diciembre (festivo local) en la plaza Major, en la que un emisario real recogía el escrito de deseos, incluso sentaba a los más pequeños en su regazo, y les entregaba caramelos. Un acto irrealizable en tiempos donde exigen mantener la distancia social.

En esta ocasión, la entidad responsable de la llegada de Melchor, Gaspar y Baltasar, Joventut Antoniana, apostó por un nuevo formato revolucionario que transformó por completo la plazoleta de la parroquia de los padres Franciscanos. De forma escalonada y con todas las medidas de seguridad (gel hidroalcohólico, entrada y salida diferenciadas o marcas de separación en el suelo), decenas de niños acompañados por familiares o amigos depositaron ayer sus cartas en un buzón de forma triangular, en el que cada cara corresponde a uno de los Reyes Magos, en un espacio ubicado en un escenario que estrenó decoración.

Pese a todo, el 'tirorí'

No faltaron los villancicos ni el Tirorí, tirorí, cancioncilla típica que sirve para dar la bienvenida a sus majestades, así como llamar su atención, y que algunos niños entonaron pese a lo peculiar de la entrega.

La de ayer fue la primera de las dos jornadas habilitadas por Joventut Antoniana en el formato alternativo al mensajero. Este martes se podrá seguir depositando la lista de deseos, en horario de 9.00 a 21.00 horas de forma ininterrumpida para evitar aglomeraciones.

Allí se pueden encontrar todos los productos navideños solidarios que ayudan a la labor social de la entidad. Entre ellos, el sello antoniano, necesario para que las misivas lleguen a su destino.