Un vídeo repasa en siete minutos los 750 años de la iglesia arciprestal de Vila-real

Una historia de 750 años resumida en siete minutos. Este es el resultado del vídeo que ha editado el Obispado de Segorbe-Castellón para rememorar los siete siglos y medio de existencia de la iglesia arciprestal de Vila-real, dedicada a Santiago Apóstol. Una efeméride, la del 750º aniversario del primer templo local, que está ligada ineludiblemente a la propia fundación de la villa, con la concesión de la Carta Pobla dictada por el rey Jaume I el 12 de febrero de 1274.

El documento audiovisual relata los primeros tiempos de la iglesia, ubicada junto al Portal d’Onda, dentro de la muralla que rodeaba en entramado urbano con el que nació Vila-real. Pero no solo eso, sino que también se incluyen imágenes captadas por un dron en el interior del actual edificio religioso, que se levantó en el mismo lugar que ocupaba el anterior, entre los años 1752 y 1779.

El antes y el ahora

Y es que nada tiene que ver con el actual, aquel pequeño templo de los primeros tiempos de Vila-real, sencillo y construido con arcos de diafragma, capillas laterales y tejado a dos vertientes que, posteriormente, fue ampliándose conforme se incrementaban las necesidades y la cifra de habitantes.

Las monumentales dimensiones de la arciprestal de Vila-real, que asemejan las de una catedral, la convierten en una de las iglesias más grandes de la Comunitat Valenciana. Sus elementos arquitectónicos han sido y siguen siendo objeto de estudio y destacan, entre otros, sus grandes columnas o las bóvedas tabicadas que inspiraron al arquitecto valenciano Rafael Guastavino a la hora de ejecutar grandes obras emblemáticas en Estados Unidos, como la  Grand Central Terminal de Nueva York, y en esta misma ciudad el Great Hall de Ellis Island, zonas del puente de Queensboro, la catedral de San Juan el Divino y el Museo Americano de Historia Natural, en Central Park; así como la Biblioteca Pública de Boston o el edificio de la Corte Suprema de Estados Unidos, en Washington.

Expresión artística

Pero la parroquia de Sant Jaume no solo es una expresión arquitectónica de primer nivel, sino que alberga un valioso tesoro artístico, como son los altares --el mayor se levantó entre 1829 y 1832 y se atribuye al arquitecto Juan Marzo--, sin olvidar los frescos que decoran las pechinas de la gran cúpula y los que decoran la capilla de la Comunión, obra de José Vergara, así como el Retablo del Salvador, de principio del siglo XVI y atribuido al artista italiano Paolo de San Leocadio.