La agricultura ecológica no arranca en Castellón, que el año pasado incluso perdió superficie. Ni más ni menos que un 31%, 2.542 hectáreas, según los datos del Comité d’Agricultura Ecològica de la Comunitat Valenciana (CAECV). Esto se debe sobre todo a que una gran cantidad de propietarios de tierras de pastos (que suponen actualmente el 73% del total del terreno ecológico castellonense) decidieron en el 2015 no certificar sus tierras, debido a que la Unión Europea “ya no acepta muchas tierras antes consideradas como pastos, que han perdido así muchas ayudas”, señala el presidente de la sectorial de Jóvenes de Fepac, Héctor Molina, experto agricultor ecológico y que lidera el proyecto sostenible El3ments.

En la provincia, esto se traduce en que la superficie se ha quedado en 5.556 hectáreas. A pesar de que han aumentado la mayoría de los cultivos tradicionales certificados como ambientalmente sostenibles (olivar, cereal, frutos secos, trufas, para alimentación animal, cítricos, frutales, hortalizas o vid), son aún una minoría, y no logran contrarrestar la caída de los pastos. Así, menos del 1% de la superficie castellonense que podría albergar algún tipo de cultivo o superficie ecológica (aquí se incluyen hasta los bosques, cuya extensión es hoy más de la mitad del terreno total de la provincia) está certificada como tal.

solo el 7,5% autonómico // Si se compara la extensión sostenible provincial con la de la Comunitat, Castellón tampoco queda bien parada. Las 5.556 hectáreas solo suponen el 7,5% de las 73.656 de todo el territorio autonómico. Y ello, a pesar de ser una provincia muy agraria y rural.

Todos estos malos datos se deben a varios problemas, como destaca Molina, quien cita, principalmente, “la falta de formación, que es primordial”; el hecho de que el sector comercial castellonense sea “tradicional, basado en cooperativas, que no se han actualizado a la agricultura ecológica”; o el minifundio tradicional de la provincia, que hace que la franja de tierra ubicada junto a otras parcelas --que tratan con pesticidas sus cultivos-- no pueda ser certificada como ecológica, lo que echa a perder “del 35 al 45% de la producción”, señala.

Molina también destaca la falta de implicación de la Administración pública, “que no cree en la agricultura ecológica, a pesar de lo que diga”. Esto se nota en la falta de programas para incorporar jóvenes al sector bajo parámetros ecológicos --“Castellón está muerto en este sentido”, denuncia--.

Por todo esto reivindica “un plan provincial” de agricultura ecológica “liderado por la Diputación”. Y es que es el futuro del sector, asegura. Tanto, que Bruselas, a partir del 2020, con la nueva PAC, solo dará ayudas “a cultivos sostenibles”, dice. Asimismo, aunque en España la demanda de este tipo de productos es baja, en Europa “es altísima”, con lo que “estamos perdiendo un nicho de mercado inmenso”, critica.

Actualmente, en la provincia existen 200 operadores (agricultores, ganaderos e incluso empresas) certificados como ecológicos, pero la superficie cae. “No tenemos proyectos que aporten valor”, concluye Molina. H