Zumo de naranja y música de dolçaina. Eso es lo que se encontraron ayer a primera hora de la mañana los aproximadamente 240 turistas embarcados en el crucero Prinsendam nada más poner el pie en tierra en el puerto de Castellón, en el estand preparado por el Patronato de Turismo. Esencia local -y nacional: también había una pareja... ¿flamenca?- para que los visitantes tuvieran bien claras desde el primer momento nuestras señas de identidad. Y lo cierto es que la ceremonia de bienvenida les encantó. “Lovely! (¡precioso!)”, exclamaban.

Se recibía así a uno de los dos cruceros que llegarán durante este 2015 como parte del plan trazado desde la Diputación de Castellón para convertir a la provincia en destino habitual de este tipo de embarcaciones. El Prinsendam, perteneciente a la compañía Holland America Line, tenía marcada la capital de la Plana como uno de los 20 destinos que recorrerá en un plazo de 28 días. Barcelona, Amsterdam, Helsinki o Estambul --donde finaliza el recorrido-- son algunos de los puntos en los que la embarcación ha echado o echará el ancla, grandes ciudades entre las que Castellón se ha hecho un hueco.

“Esto significa la recompensa a un trabajo de mucho tiempo, aunque todavía queda mucho por hacer para ponernos a la altura de otros destinos”, explican desde la Autoridad Portuaria.

DE PRIMERA // Los turistas, desde luego, son de primera clase. Y es que el billete en este crucero tiene un coste de más de 8.000 euros. Claro que el nivel de atención está a la altura; no en vano, viajan 460 tripulantes, lo que significa una proporción de casi dos trabajadores por cada turista. En la próxima parada en el puerto de Barcelona, sin embargo, el número se equilibra, ya que suben al barco alrededor de 300 cruceristas más que los de ayer.

Estos eran en su totalidad pertenecientes al colectivo de la tercera edad y en su mayor parte americanos, aunque también hay embarcados canadienses y australianos. Y a pesar de su elevada edad, representaban a la perfección cómo es el turista del siglo XXI: informado y sabiendo muy bien qué es lo que quiere ver. “¿Qué cómo conocía la basílica de Lledó? Pues investigando por internet, claro”, explicaba una simpática anciana llegada desde San Diego (California).

Así, fue frecuente ver a personas preguntando en el estand del Patronato cómo completar la Ruta de la Cerámica o incluso desde donde se cogía el TRAM. Lugares en los que comprar vino y cómo alquilar bicicletas fueron otras de las preguntas recurrentes.

Para ellos se dispuso autobuses con destino a Peñíscola, Valencia y Castellón. Los trayectos hasta la capital de la Plana los completaron tres vehículos, de forma ininterrumpida, desde las 8.30 a las 17.00 horas. Y a pesar de los innegables atractivos de la localidad del Papa Luna y de la capital del Turia, lo cierto es que fueron muchos los que optaron por no moverse demasiado y permanecer en la ciudad o en el Grao, para ver y disfrutar la playa.

El centro urbano fue la zona más transitada por los visitantes, que entre los atractivos de la ciudad mostraron su predilección por la concatedral y el Mercado Central. Un crucerista canadiense explicaba que le había sorprendido ver las terrazas llenas de gente. “Y encima, la cerveza es muy buena. Sé de lo que hablo, ya que pruebo una distinta en cada parada del crucero”, añadió.

A la vuelta de las excursiones, todo eran sonrisas y bolsas llenas de productos comprados en Castellón. Entre los más populares, el vino y las Papas García. También hubo quien se quejó, frustrado, de que en Castellón no hubiera tiendas de souvenirs típicos.

Antes de soltar amarras disfrutaron de otra buena muestra del folclore local con las danzas tradicionales del Grupo de Baile llegados de Benlloch y Cabanes. Jotas y boleros para decir adiós a un lugar que les había encantado. Erigida en representante del sentir popular, Mirna Ginder, una vecina de Arkansas, embarcaba con una sonrisa en el rostro mientras repetía: “Castellón is very nice”. Vamos, que Castellón es muy bonito. ¡Hasta pronto! H