Si Mariano Rajoy, presidente del PP y del Gobierno, eludió ayer pronunciarse con claridad sobre la detención por presunta corrupción del que fue president del Consell y ministro con José Mª Aznar --dijo que «no se atreve» a juzgar sin pruebas--, el alto cargo de Génova, el coordinador general, Fernando Martínez-Maíllo; la vicepresidenta del Ejecutivo, Soraya Sáez de Santamaría; y el portavoz en el Congreso, Rafael Hernando; se esforzaron por intentar borrar a Eduardo Zaplana de su partido, situándole siempre en un pasado que nada tiene que ver con la actualidad.

Martínez-Maíllo recordó casos pendientes como los de los socialistas Manuel Chaves y José Antonio Griñán, y excluyó a su partido de toda responsabilidad sobre los delitos imputados a Zaplana, de los que dijo que «tiene que responder individualmente».

Por su parte, el secretario general del PSOE, Pedro Sánchez opinó que, en las próximas elecciones generales, el PP necesita «imperiosamente» pasar a la oposición para regenerarse: «Es necesario que el PP renueve sus liderazgos y se deshaga de toda la toxicidad que tiene en muchísimos de sus pisos», aseguró.

Desde la misma formación, susecretario de Organización y exvicesecretario general del PSPV, José Luis Ábalos, señaló que «lo peor no es lo que hizo (Zaplana), sino que todos», entre quienes se incluyó, sabían «a qué venía».

En cuanto al portavoz de Compromís, Joan Baldoví, dijo alegrarse «especialmente» de la imputación de Juan Cotino y aseveró que la trama de la familia del expresidente de Les Corts «va a dar mucho de sí».