La víspera de la jornada de clausura de Cevisama, que hoy cerrará sus puertas, transcurrió con la misma tónica que ha sido habitual a lo largo de los días precedentes, con una afluencia masiva de visitas que no solo completaron los aparcamientos de Feria Valencia y el transporte urbano, sino que provocaron largas retenciones en los accesos y llenaron los hoteles valencianos e incluso castellonenses.

Y en los 838 expositores, la apuesta por la conquista de nuevos escenarios para un producto cerámico ávido de perseverar en su crecimiento. Tal como vino a señalar el presidente de la Diputación de Castellón, Javier Moliner, en la jornada inaugural de la feria, «ningún producto de un solo territorio está en tantos hogares en el mundo como ocurre con la cerámica castellonense». Ahora, un sector que ha dado la vuelta al mundo busca compaginar este máximo común denominador con el mínimo común múltiplo que le permite crecer en nuevos entornos urbanos, en nuevos microespacios del hogar, en nuevas aplicaciones al amparo de la tecnología y, en el algún caso, incorporando sus posibilidades en el internet de las cosas.

Ámbitos explorados y por descubrir que amplifican las posibilidades de una cerámica que no para de renovarse porque, como ha venido recalcando el presidente de la patronal Ascer, Vicente Nomdedeu, «la innovación está en el ADN de una industria que siempre aspira a más».