Hoy se celebra el Día Internacional de la Mujer cuando creo que deberían ser todos los días motivo de celebración y no solo uno como recordatorio. En 1975 lo instaura formalmente la ONU y ya, con anterioridad, en 1911, cuatro países europeos se unían para sensibilizar a la sociedad en general. España parece ser que lo implantó en 1936.

Hemos vivido en una sociedad masculinizada y misógina que no ha querido tener en cuenta la pretendida igualdad de derechos y oportunidades, la participación de la mujer en pie de igualdad con el hombre, olvidando simplemente una palabra que lo engloba todo: dignidad.

Ya desde la Revolución francesa, y aún antes, el problema recibía algunos logros, tímidos, pero que constituían avances, especialmente en el campo laboral y en el del sufragio universal.

Sin embargo, en este mundo en transformación, pese a los logros, parece surgir cierto retroceso con el fenómeno de la violencia que ha desencadenado un malestar en la ciudadanía. El asesinato de mujeres en razón del género es uno de los mayores lastres en esta sociedad que llamamos civilizada.

El feminicidio se extiende no solo a este mundo, sino a comunidades que denominamos primitivas, más difíciles de controlar. Y, en nuestro entorno, la lacra de nuestro tiempo, el uxoricidio (asesinato de la cónyuge), es motivo de información continua y luctuosa. Bien está, pues, que tomemos conciencia en este día.

*Profesor