No hay victoria con más honores que la que se consigue en Old Trafford (1-2). Bajo la nieve, a uno bajo cero, el Manchester City de Pep Guardiola congeló la clasificación y se situó a 11 puntos de su máximo perseguidor. La 14ª victoria consecutiva en la Premier. Pasan los rivales y el City les obliga, al Manchester United también, a bailar al juego que dictan Silva y De Bruyne. Que los tantos citizen llegaran a balón parado fue anecdótico. En el domingo más frío del año, cuando miles de británicos se refugiaron en sus casas agradeciendo el estreno de la segunda temporada de The Crown, la historia de la reina Isabel II, el equipo de Pep Guardiola se adueñó de su propia corona.

El optimismo local se escuchó en ráfagas de pocos segundos. Aunque alineó a cuatro atacantes, el planteamiento de José Mourinho consistió en ceder todo el protagonismo y regalar cualquier jugada que requiriese una mínima elaboración. Uno tras otro, el United perdía balones a conciencia. Y cuando los recuperaba, en esos breves instantes de júbilo al contragolpe, el estadio se encendía.

En el minuto 42 David Silva encontró portería. En un saque de esquina, la defensa red devil se durmió y el canario remató cómodamente a pocos centímetros de De Gea. Una ventaja que apenas duró cinco minutos. Al filo del descanso, el preferido de casa, Marcus Rashford, aprovechó un malentendido en la zaga rival para colarse en el área y definir cruzado. El gol más celebrado de la temporada en Old Trafford.

El 1-2 volvió a llegar en una falta lateral. Erró Lukaku en el despeje y el balón quedó franco para Otamendi, inesperado goleador.

Mourinho justificó la derrota en un el penalti no señalado a Ander Herrera y a la suerte visitante en las jugadas de rebote que acabaron en gol. «Mis equipos no se relajan nunca», avisó Guardiola sobre el liderato.