El Castellón vio cercenada de cuajo su racha de tres victorias consecutivas justo cuando más difícil parecía. El Alicante, que todavía no conocía la victoria, se estrenó ante un equipo que empezó bien, perdió el pulso al encuentro durante muchos minutos y que reaccionó tarde y mal.

De salida, no hubo motivos para activar el cagómetro que Javier Cabello había preparado para la cita frente al penúltimo. El Castellón tuvo una aseada salida, con Miguel Ángel proyectando su alargada sombra sobre todo lo que acontecía en el partido y Raúl Rodríguez sacando su puñal por la derecha. Una semichilena de Joel y un tiro lejando del veterano medio sabadellense, en los primeros minutos, corroboraban la acertada puesta en escena.

Con todo, el Alicante no solo equilibró la contienda, sino que la sometió a sus designios desde el cuarto de hora. Agarrado de su extremo izquierdo Luigi, un jugador messiánico, empezó a merecer el gol. Lo tuvo, vaya si lo tuvo.

Si a un buen futbolista, como ese Luigi, le regalas el balón dentro del área, que es lo que hizo Héctor Peña, lo normal es que te la líe. El también capitán hizo el pase de la muerte para Carrión que, con la escasa parroquia local levantando los brazos para celebrar el 1-0, los tuvo que llevar a la cabeza en señal de incredulidad ante el remate del interior derecho local al palo. Hasta meter un penalti es más complicado que la que tuvo este chico.

La estructura y la organización colectiva albinegra saltó por los aires, pero el Alicante mostró sus limitaciones en esos momentos de vulnerabilidad de su rival. Miguel Ángel emergió de nuevo para conducir a un final de la primera mitad con menos sobresaltos y contener la marea celeste.

La segunda parte transcurría igualada y anodina hasta que una contra pilló dormida a la zaga del Castellón. Carrión tuvo la fortuna para enmendar su increíble error anterior y, encima, con toda la fortuna de cara, pues le favoreció el rebote y solo tuvo que orientar la pelota hacia una portería desguarnecida. Saltaba la sorpresa en Alicante.

Joel pudo restablecer las tablas casi en seguida antes de que Cabello tomara una drástica decisión: hacía debutar a Stefan. Poco después, quemó las naves: Juanjo por Santos, después de otra ocasión del valldeuxense.

El Castellón ganó en profundidad, pero su ataque, poblado por excesivos futbolistas, no tuvo el criterio necesario para este tipo de situaciones límite. Además, lo poco que remató, siempre fue más allá de los tres palos. Para colmo de males, en el descuento, llegó la puntilla de García. H