Existe una cierta corriente de opinión en Valencia, con una fina ramificación en Madrid -digo lo de fina porque, en la capital del Reino, el Villarreal importa lo mismo que a mí la liga de béisbol-, de que nadie se atreve a criticar, por miedo a las iras de Fernando Roig, Llaneza y Roig Negueroles, al club amarillo. También se le acusa de una carencia absoluta de presión mediática. Cada cual cuenta la película como le interesa o la sufre.

Por supuesto, ni oculto ni ocultaré que he mantenido duras pugnas por expresar mi opinión con el vicepresidente y consejero delegado, posiblemente porque ellos y yo defendemos con pasión nuestro trabajo. Discusión, días de mal humor y, luego, cada uno a lo suyo. Más de lo mismo con el presidente, solo que Roig es un hombre que cuenta con la ventaja de mirar siempre fijo a los ojos y decir lo que piensa, una virtud/defecto que comparte con quien suscribe.

Entonces las peleas son más fuertes, pero el respeto mutuo siempre permanece indemne. Del fanatismo, que quieren que les diga. En el cap i casal se rinde culto a la religión valencianista, casi como si se tratase de un estado confesional en el que las demás creencias no existen. En Madrid, peor. Culto a Florentino, exaltación de los valores del santo Mourinho que amenaza con ser beatificado por sus obras y casi me caigo de la silla al soportar la cruzada para que Raúl, el 7 con el que España ganó una Eurocopa y un Mundial (¿?), fuera galardonado con el Príncipe de Asturias. ¿Qué pensarán en Barcelona Xavi e Iniesta? Cada uno defiende lo suyo.

Pues miren por donde, yo llevo bastante tiempo caliente con el rendimiento de Nilmar en el Villarreal. El brasileño fue fichado por casi 15 millones de euros, el traspaso más caro pagado por el club amarillo. Y su nómina es la más alta del plantel. Por eso mi rebote es todavía mayor y no estoy dispuesto a pasar por alto mi enfado. Pese a quien le pese.

Lo hago porque yo me siento un mero servidor de mis lectores. Siempre entendí que los informadores trabajamos para ustedes; y aquellos que su ego les hace sentirse por encima del bien y del mal, andan muy equivocados. Esta bendita profesión solo debe estar a su servicio y pienso que entre la afición amarilla existe un profundo malestar que me hacen llegar en repetidas ocasiones.

Nilmar es la gran patata caliente que ahora tiene en sus manos Garrido. Debería ser la gran estrella del Villarreal y evidenciar una implicación con el grupo acorde a su sueldo y al rol de estrella. Nunca discutiré su talento y su calidad. Sería absurdo por evidente. Pero la ha exhibido con cuentagotas.

A Nilmar le ha costado dar la cara en los momentos clave y siempre se ha escondido detrás de la figura de Marcos Senna. Parece ausente y el Villarreal le necesita. Demasiado cómodo y muy débil a las lesiones. A veces pienso que por su cabeza pasa que este club es pequeño para él. Puede que lo sea, pero le paga religiosamente su cuantiosa nómina. En la grada se alzan voces críticas porque no se aceptó la oferta de la Roma.

Confieso que yo le hubiera vendido, pero la decisión era complicada porque no existía un relevo válido. A Nilmar le pido profesionalidad y compromiso con el Villarreal. Estoy deseoso de narrar y contarles que cambiará y será un hombre clave. Hace medio año que el brasileño se marchó, aunque sigue en cuerpo presente.

Yo le voy a exigir al máximo y le meteré toda la presión que esté en mi mano. Acabo de escribir en voz alta lo que piensan el club, el cuerpo técnico, la plantilla y la afición. Y yo seguiré contándoles con rebeldía lo que pienso. Como siempre. Nilmar no tiene bula. H