Si una palabra resume el partido el Villarreal-Barça debe ser sacrificio. Sacrificio con unión. Marcelino lo dijo más de una vez a sus hombres: “Juntos”. No quería un correcalles, algo arriesgado contra los ceros del presupuesto del Barça. Apostó por la razón del trivote para enmarañar el partido, dejando de lado el artificio. Un debate, el de la razón y el corazón que se alargará, o no, porque el partido tampoco fue una perita en dulce para el Barça.

El Villarreal se unió en la defensa y trabajó en el robo, pero falló en la salida, dejando a los creadores en la soledad del corredor de fondo. Un factor que le privó del premio deseado. Se quedó con la consolación del aplauso unánime de un Madrigal que respiró en amarillo por todos los poros y reconoció el esfuerzo de los groguets, que también estrellaron balones al palo y tuvieron sus ocasiones ante Bravo, incluso en el minuto 90. Eso sí, el debate se decantó del lado blaugrana con un golpe de suerte, que mereció el empate. Hasta Luis Enrique se conformó con el discurso resultadista del objetivo conseguido.

En definitiva, sacrificio, intensidad, solidaridad y unión sin premio. Valores que deben lucir el miércoles con un lleno en el Madrigal y el proyecto Unidos por la Esperanza de la peña Celtic Submarí. Unión solidaria para ganar un pulso al cáncer infantil con una cifra cargada de ceros benéficos que permitan abrir una puerta a la ilusión y a la vida. H