Marcelino García Toral tiene en su único hijo, Sergio, de 21 años, a su más ferviente admirador, pero también, en ocasiones, a su más feroz crítico. Durante esta misma temporada, el entrenador del Villarreal llegó a colgarle el teléfono en una de las frecuentes conversaciones familiares tras los partidos. Fue después de la derrota ante el Elche, en El Madrigal. “Ese día le dije: no vais a subir directos”, recuerda el joven, pesimista tras aquel 2-3 que ponía un poco más complicado el reto. “Me enfadé con él y le corté la llamada”, corrobora Marcelino, muy temperamental cuando le tocan la fibra sensible.

Por fortuna, el vaticinio de Sergio se quedó en nada y ahora lo ven como una anécdota más de una temporada en la que García hijo, que ha heredado de su padre la querencia por la banda derecha que corre en el Villaviciosa de Odón -curiosidades de la vida, ha descendido a Preferente la misma campaña en la que Marcelino conseguía su tercer ascenso a Primera--, ha sufrido como nadie, como un groguet más. “No tengo ninguna duda: yo soy del Villarreal a muerte”, confirma el joven.

Quizás, algún día, a Sergio le dé por seguir los pasos de su padre también en los banquillos. La vena deportiva la tiene, ya que, además del fútbol, cursa los estudios de INEF (ha acabado el tercer curso), en Madrid, además de empaparse de minutos y minutos del deporte rey, ya no solamente de partidos de la élite profesional, sino que es un habitual en los campos del fútbol modesto madrileño.

Marcelino siempre ha visto “un gran talento como jugador” en Sergio, pero cree que su peregrinaje obligado por diferentes puntos de la geografía española --siempre detrás del cabeza de familia--, ha actuado en su contra y ha frenado la posibilidad de que al chaval le entrara el gusanillo de llegar a ser futbolista profesional. “El ir cambiando tanto de casa le impidió estabilizarse en una cantera determinada. Estuvo en la del Sporting, en la de Huelva, en la del Racing, en Zaragoza…”, repasa concienzudamente Marcelino, que ayudó a Sergio a elegir su camino llegado el momento: “Cuando acabó la edad juvenil, nos teníamos que decantar, pero los estudios prevalecieron sobre el fútbol”. H